viernes, 15 de junio de 2012

Gutiérrez Galván: “Hay que reconocer a quienes son ejemplo de bondad”


El periodista Salvador Gutiérrez Galván (Jerez de la Frontera, 1975), subdirector del programa de Canal Sur TV, Andalucía Directo, conoció al mercedario Jesús Fernández de la Puebla (Herencia, 1952-Jerez de la Frontera, 2008) y aquel encuentro transformó para siempre su vida. Ahora publica El panadero de Dios (Editorial Círculo Rojo), la biografía novelada, de un hombre “inmensamente bueno” y el testimonio de su vuelta a la fe.
P: ¿Una novela? ¿Una biografía? ¿Qué es El Panadero de Dios?
R: Es una biografía novelada, donde todo lo que se narra es verdad, lo que ocurre que está novelado porque entiendo que la novela es un género mucho más ameno a la hora de leer. Lo que cuento es el último fin de semana del Padre Jesús, que tuve la suerte de vivirlo con él, y utilizo el viaje que hicimos ida y vuelta de Jerez hasta su pueblo en la Mancha, donde había sido panadero hasta que tomó los hábitos, para en flash back ir contando su vida.
P: ¿Quién era Fray Jesús Fernández de la Puebla?
R: La historia del padre Jesús es la historia de un hombre que pasó por esta vida haciendo el bien a todo el que se encontrara. Ni más ni menos. Fuera adonde fuera, estuviera donde estuviera, el siempre iba buscando el corazón de las personas. Y, por supuesto, la historia de un enamorado de la Virgen María, con un gran sentido del humor y muy humilde.
P: ¿Por qué quiso contar su vida?
R: La idea de escribir su vida fue inmediata, porque después de volver de ese viaje a Herencia muere en Jerez, en donde llevaba una década viviendo, a los tres días. Creía que había que contar el ejemplo de alguien que pasó por la vida haciendo el bien. En la sociedad contemporánea narramos la vida de quienes destacan en el deporte, en la política, y otros tantos campos, pero nos olvidamos de quienes han vivido en el ejemplo de la bondad. Y el padre Jesús es uno de ellos, un hombre inmensamente bueno.
P: ¿Qué le marcó tanto de él?
R: En un momento dado de mi vida en el que andaba un poco descarrilado me encontré con él y me recondujo a la vida de la felicidad y a la vida católica. ¿Cómo? Narrándome su propia vida, porque hasta los 40 años él no tomó los hábitos de mercedario. Él te comprendía porque había vivido lo mismo que cualquier otro hombre.
P: ¿Cómo fue su encuentro?
R: Fue a casarme a los Alpes porque mi mujer es de allí, y durante el viaje y la estancia tuvimos ocasión de charlar largamente. El era humanamente santo o santamente humano, alguien, como los santos, que supo estar cerca de los pecadores, que los entendía perfectamente. Y a la vez te contaba su encuentro con Dios y la Virgen, todo lo que había supuesto.
P: Por eso la novela es la historia también de una conversión, ¿no?
R: Exactamente. La mía. Más bien digamos una reconversión, porque como muchos otros fui educado en una familia católica, pero vivía ajeno a la religión. Hasta que conocí al padre Jesús, que me transformó. Y he sentido también la necesidad de hacerlo saber, de decir que soy católico, que soy prácticamente, que creo en Dios. Y que fue el padre Jesús quien me llevó a ese terreno maravilloso. Aunque profesionalmente uno esté, digamos, en terreno hostil.
P: Todos los beneficios de la novela, además, van íntegros a Cáritas…
R: Sí. Después de la muerte del padre Jesús nos enteramos de muchas cosas que él no contaba. Por ejemplo, que ayudaba a muchas familias: pagándoles la luz, el agua, haciendo reparaciones en casas… y muchas veces sin decirle nada a nadie, sólo porque veía que esas familias lo necesitaban. Era, en este sentido, muy desprendido. Por eso, queríamos que de alguna manera el Padre Jesús siguiera ayudando a quienes lo necesitan.


“El padre Jesús consigue diez mil euros para Cáritas”
“Ha sido, desde el punto de vista emocional, el trabajo más importante de mi vida, incluida toda mi trayectoria periodística”. Así confiesa Salvador Gutiérrez Galván lo que ha vivido con El Panadero de Dios. “De algún  modo en este libro le he regalado al lector mi punto de vista personal y espiritual”. No sólo por la confesión de cómo vive su fe católica o de la difusión que, desde la presentación de la novela, ha tenido la figura del padre Jesús, sino por la labor caritativa que implica. “Me gustaría dar un titular, como por ejemplo ‘El padre Jesús consigue diez mil euros para Cáritas’, que lo conseguiremos si se agota la segunda edición”. Por eso la novela sólo se vende en los conventos de la Orden de la Merced, en la Librería Diocesana de Jerez, en el Ayuntamiento de Herencia y en la página web www.editorialcirculorojo.com. Además, de las presentaciones de la novela, como la próxima en Andújar, por la gran devoción que el padre Jesús sentía hacia la Virgen de la Cabeza.
En MAS, nº Mayo, 2012

La novela de la semana | Jonas Jonasson: El abuelo que saltó por la ventana y se largó



Esta insólita novela de Jonas Jonasson (Växjö, Suecia, 1962) supera –y es lo primero que hay que decir de ella– todos los tópicos acerca de la literatura sueca y de la Tercera Edad. Acostumbrados como estamos a leer novela negra nórdica no habíamos percibido que el humor podía ser también una gran herramienta narrativa en manos de un autor sueco.
Del mismo modo, que habíamos leídos duros retratos sociales –soledad, enclaustramiento, dolor– , también nórdicos (y pienso en Kjell Askilsen) que de tan repetidos nos parecía retratar el todo. No. Llega Jonasson e inspirado en su propio abuelo nos entrega una fábula, a veces disparatada incluso, en la que el centenario  Allan Karlsson huye en un autobús y una maleta robada por accidente para recorrer el mundo para darnos cuenta de la estupidez, de la miseria y del dramático siglo XX.
Todo ello con la originalidad, la risa y la rebeldía por bandera. Y contado con descripciones lúcidas, diálogos cortantes y frases breves, de ritmo inusitado para un protagonista con cien años y muchas ganas de vivir. En Sant Jordi o la Feria del Libro ha arrasado en ventas. ¿Estamos ante la novela del año? 
Jonas Jonasson: El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Salamandra), Barcelona, 2012, 413 páginas. Tapa blanda: 19,00 €. Ebook: 11,99 €
En el nº 2.801 de Vida Nueva.

El arte del Monacatus en Las Edades del Hombre



Doña Sofía inauguró la 17ª exposición de Las Edades del Hombre, que celebran en Oña el Milenario del monasterio de San Salvador con una muestra que reúne 138 obras de arte del románico castellano-leonés hasta la la actualidad –incluyendo al Greco o Zurbarán– en torno a la vida consagrada de la Iglesia.
Las Edades del Hombre se reinventan con una exposición que tiene por primera vez en la historia de su programa expositivo –la decimoséptima muestra en 24 años– como sede un monasterio. Y no cualquiera: San Salvador de Oña, en plena conmemoración de su Milenario. De la imaginería procesional que protagonizó el año pasado Passio al arte monacal en torno a un título evidente: Monacatus
Lo escogimos por dos cuestiones ­–explica Gonzalo Jiménez Sánchez, director de la Fundación de Las Edades del Hombre–. Primero, el lugar en el que la íbamos a realizar y la coincidencia con la celebración de su Milenario; y dos, que siendo una realidad tan importante y significativa en lo que constituye la vida de la Iglesia, jamás habíamos abordado de una manera directa la vida monacal”.
 El arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, proclama que la exposición “es un cierre glorioso” al Milenario que conmemora la fundación del monasterio en el año 1011 por el tercer conde de Castilla, Sancho García. Agustín Lázaro, antiguo párroco de Oña y actualmente canónigo fabriquero de la catedral de Burgos, es su comisario. 
Detalle del cartel de la exposición de Oña
“El título de la exposición es lógico, Monacatus, el monacado, ya que se iba a celebrar en uno de los monasterios más importantes de Castilla, uno de los que hicieron posible la reforma cluniacense ya desde principios del siglo XI. Y con ello se dio un paso de gigante para que el monacato de Occidente, el que apadrinó constantemente San Benito de Nursia, se hiciera presente en toda la península”.
San Salvador es, por ello, gran protagonista de Monacatus, sobre todo una vez culminada una rehabilitación que la Junta de Castilla y León comenzó en 1985. “La exposición ocupa la Iglesia, fundamentalmente –explica Lázaro­–. De hecho incorpora muchas de las obras de artes que se exponen en ella. Pero también tiene continuidad en la sacristía, en la sala capitular y en el claustro. Así, de esta manera, podemos hacer una exposición que integre todo lo que ha constituido el monacato a través de los siglos”.
Las vivencias de la vida consagrada
El objetivo es transmitir a través de los sentidos las vivencias de la vida consagrada. De ahí que el propio monasterio sea a la vez cobijo y objeto expositivo. Por ejemplo, integrando en el itinerario la sillería gótica de nogal del coro ­–obra de fray Pedro de Valladolid, siglo XV­–; el panteón de los reyes, infantes y condes de Castilla y de Navarra (siglo XV); las frescos dedicados a la vida de Santa María Egipciaca (siglo XIV) o el extraordinario crucificado románico de Santa Tigridia (fines del siglo XII), primera abadesa del monasterio.
"San Benito" de Santo Domingo de Silos
Cristo que se expone por primera vez junto con su retablo gótico (siglo XVI), pintado por Fray Alonso de Zamora –monje de Oña que creó un taller en el propio monasterio–, pero que hoy ocupa el altar de la Iglesia San Nicolás de Espinosa de los Monteros. Protagonista será también San Íñigo, abad oniense entre 1035 y 1068, que marcó el esplendor benedictino del monasterio y cuyas reliquias se conservan cobijadas por un tabernáculo del siglo XVIII.

De las 138 piezas que se exponen en Monacatus, 22 pertenecen al propio monasterio, aunque se pueden ver obras extraordinarias del arte sacro en torno a la vida monástica procedentes de las diócesis de Burgos, Valladolid, Zamora, Palencia o, incluso, Madrid. Entre ellas, destacan pinturas de Ribera –con el San Juan Bautista procedente del Ayuntamiento de Valladolid–, Berruguete ­–La Anunciación de la iglesia de Santa María de Becerril de Campos (Palencia)– o Goya, de quien se expondrá su ejemplar “Oración en el huerto” (1819), de la colección de los Escolapios de Madrid. Incluso de Zurbarán y El Greco. [...]
En el nº 2.802 de Vida Nueva. El arte del Monacatus, lo último en las Edades del Hombre, íntegro solo para suscriptores.

Intelectuales en crisis


El filósofo Javier Gomá (Foto: La Vanguardia)

¿Existen verdaderamente los intelectuales hoy? ¿Existen como tradicionalmente los habíamos definido? ¿Acaso han desertado, ante la impotencia de ejercer la función que históricamente se les había reservado? ¿Qué alternativas dan a la crisis desde el punto de vista espiritual o social? Jose Jimenez Lozano, Javier Gomá, Francesc Torralba, o García de Cortázar reflexiona sobre el silencio de los pensadores.

Llueve. Desempleo, resignación, miedo. Los nubarrones de la crisis. Un mundo que se remueve, tiembla y se transforma. Aún no sabemos en qué. En medio del temporal surge la necesidad de escuchar a un Gregorio Marañón, a un Miguel de Unamuno. Aunque, quizás, nos contentaríamos con bastante menos, en busca de aquello que una vez fue la aportación del intelectual contemporáneo: herramientas para pensar, invitación a reflexionar, necesidad de actuar.
Las preguntas son: ¿Qué papel juegan hoy los intelectuales en España? ¿Cómo analizan la crisis? ¿Qué proponen? Pero, realmente: ¿hay intelectuales en España? “Existen intelectuales de referencia pero no tienen la relevancia pública, ni mediático de otros tiempos. Yo no hablaría de la muerte de los intelectuales, pero sí de su invisibilidad en los ámbitos donde verdaderamente se toman decisiones fundamentales para la comunitat humana”, explica el filósofo –y católico– Francesc Torralba.
Quizás no les oímos porque en los medios, en la industria editorial, en la ventana digital hay demasiado ruido. Pero están: “Existe un minúsculo grupo de intelectuales con voluntad de hacer llegar su discurso en el ágora mediática –añade–, pero una gran parte se precintan en el cerco de la vida universitaria o académica ya sea por temor, ya sea por inseguridad.
Por ello, existe un vacío terrible que llenan otras figuras de la vida social, no precisamente sobresalientes en su actividad intelectual. Los intelectuales ya no militan estrictamente en un denominado ismo filosófico, como podía ser el marxismo, el estructuralismo, el existencialismo o el personalismo. Emerge un intelectual francotirador, que pertenece a distintas identidades y que forja un pensamiento propio que, por lo general, no puede subsumirse en un sistema”.
"Un especialista en ideas generales"
Recurro, como a Torralba, a Javier Gomá (Bilbao, 1965), otro pensador que deberíamos tomar de cabecera: “Me siento un intelectual. Entiendo por intelectual aquello que Eugenio D’Ors decía de sí mismo: ‘Un especialista en ideas generales’. Ha de ser primero un especialista, alguien que ha investigado a fondo algún asunto o alguna disciplina; pero para que además de investigador o especialista, sea también intelectual, ha de añadir a eso un segundo requisito: ser capaz de dirigirse a un público amplio por medio de un discurso de ideas generales.
En cuanto a ser o no ‘de referencia’, si alguien lo piensa así de mí sólo me cumple decir: Favor que usted me hace”. El nombre de Gomá, filósofo y director de la Fundación Juan March, ha ido saliendo en varias conversaciones sobre el “pensar en España” hoy en día. “Los intelectuales, sobre todo en una crisis –contesta–, deberían ser capaces de mirar a largo plazo, señalar ideales, llamar a la responsabilidad, favorecer el consenso, propiciar la convivencia, practicar la moderación. A mí me parece que hoy muchos de ellos, en lugar de ejercer esa función, se están sumando al coro tenebroso de los catastrofistas.
Francesc Torralba
Sus discursos apocalípticos podrían tener algo de profecía autocumplida: pronostican todos los males y precisamente ese pronóstico hace que los males sean más probables que antes. Algunos políticos (siempre tan denostados) y algunas instituciones públicas y privadas están demostrando estar más a la altura de los tiempos que ellos. Y si alguien considera que un intelectual ha de ser transformador, a eso contesto con aquello de que a veces ‘el sentido común es revolucionario’”. 
Gomá pone el dedo en la llaga: ¿Quién es intelectual? La periodista Elena Hevia pensando en aquellos franceses que atravesaron el siglo XX –“el gran siglo de los intelectuales”– como Malraux, Sartre, Camus o  Foucault hace una definición: “Ser artista o escritor no presupone ser intelectual, para eso hay que ponerse a pensar el mundo y, lo más importante, lograr que tu pensamiento se convierta en un canon, que tenga un determinado peso sobre los temas políticos y la sociedad”.
Los abajo firmantes de hoy
Hevia recurre al politólogo y economista francés Alain Minc (París, 1949), autor de Una historia política de los intelectuales (Duomo), para citar el origen de su definición: el “caso Dreyfuss”, con Émile Zola y su famoso Yo acuso, en donde el adjetivo calificativo “intelectual” se convierte en profesión, en deber, en sinónimo de compromiso con el ser y el estar en el mundo. En concreto, a partir del Manifiesto que seguirá al célebre artículo de Zola: “Los abajo firmantes pertenecen al mundo de las artes, de las ciencias y de las letras y felicitan a Émile Zola por la noble actitud militante que ha adoptado en este tenebroso caso Dreyfus”.
¿Dónde están, quiénes son, los “abajo firmantes” de hoy? El editor del Grup62, Manuel Fernández Cuesta (Madrid, 1963) responde: “Es difícil hacer una valoración precisa de una casta profesional en vías de desaparición. En todo caso parece que los llamados intelectuales, aquellos que actuaban y reflexionaban de forma crítica se han convertido, hoy, en cortesanos sin monarca: voceros del poder y de las empresas.
Durante esta crisis, los llamados intelectuales se han limitado a sus conocidos exabruptos, manos en la cabeza, afirmaciones categóricas sin fundamento y demás muestras de descontento o aprobación. Al perderse la conciencia crítica, heredera de la centralidad del mundo del trabajo; al perderse el sentido de la Historia, la sociedad ha perdido toda referencia. Navegamos sin rumbo, surfeando la vida, a merced de demasiadas corrientes de opinión que van moldeando nuestra existencia. Los intelectuales, de existir, todavía, se comportan como los demás. Es decir, de forma sorprendente: firman manifiestos, teorizan en las fundaciones, hacen publicidad o corren media maratón urbana”. [...]




En el nº 2.801 de Vida Nueva¿Dónde están los intelectuales?, íntegro para suscriptores.

viernes, 8 de junio de 2012

Diez autores policíacos imprescindibles desde Italia...

Maurizio de Giovanni, el último de los grandes novelistas policíacos italiano en llegar al mercado español.
De manera breve, una deuda que le debía a la Feria del Libro y a la novela policíaca italiana. Podríamos citar algunos más –por ejemplo, al gran Giuseppe Ferrandino–, pero aquí van algunos apuntes acerca de diez autores que desde Italia han hecho de la literatura negra transalpina la más –y esta es una opinión personalísima– interesante de las que se están escribiendo en el Viejo Continente. Sí, no se sorprenda. 

Los dos primeros son inevitables. Los dos grandes referentes históricos de la novela negra, a los que los escritores contemporáneos le deben mucho. Y así lo reconocen. Le siguen otros contemporáneos de todos conocidos, y, finalmente, los últimos en llegar... Cualquiera de ellos es una elección de garantía... Lean y verán. 


1. Giorgio Scerbanenco (Duca Lamberti-Milán)
“Venus Privada” (1966), la primera novela de la serie de Duca Lamberti, ha sido reeditada por Akal este mismo año: un hombre que consciente del inevitable lado oscuro de la realidad, se ve comprometido a proteger a los ciudadanos del crimen organizado, de la injusticia, de la soledad, de sí mismos...

El personaje de este ex médico condenado por practicar la eutanasia que pasa a ganarse la vida como detective colaborador de la policía –especialmente con el inspector Carrua–, consagraría al autor como uno de los maestros del género policiaco. Obras aún muy actuales. 

Akal ha publicado "Traidores a todos" (2009), "Muerte en la escuela" (2010), "Los siete pecados y las siete virtudes capitales" (2010), "Los milaneses matan en sábado" (2011) y "Milán calibre 9" (2011), estas dos últimas el año pasado, en el que Italia conmemoró el centenario de su nacimiento.




2. Leonardo Sciascia (Sicilia)
El escritor siciliano ha sido uno de los escritores que más ha indagado en el poder, la Mafia y la corrupción del Estado tanto a nivel policial como político. “La ambición de Sciascia era hacer una novela política, de indagación sobre el poder”.
Y un día se asombró al comprobar que sus obras se anticipaban al futuro, como las investigaciones parlamentarias sobre la Mafia en “El día de la lechuza” (1961) o el asesinato de jueces en "El contexto".
Sciascia se identificaba con sus investigadores, a quienes atribuía sus preferencias políticas, sus lecturas francesas, la pasión por la razón, el placer de las tardes con los amigos. "El investigador ilumina los hechos con la verdad". La mejor: “A cada cual lo suyo” (1966).

3. Andrea Camilleri (Salvo Montalbano-Vìgata)
En 1998, cinco novelas entra las más vendidas en Italia, todas con Montalbano de protagonista... Se ha relacionado a Montalbano con Maigret, y eso es inevitable, porque el proceso psicológico que sigue Montalbano es más parecido a Maigret que a cualquier otro personaje.

Está describiendo la frontera que hay entre la política y el delito, entre lo ilegal y lo legal, la violación de un tabú como matar, los límites de las conductas, mientras establece una complicidad con el lector. Es el gran referente de la denominada "novela negra mediterránea".

Otro aspecto importante es el papel de lo cultural en estas indagaciones de Montalbano: a veces la clave de un enigma es una clave cultural, un mito, una lectura clásica... 
28 novelas y recopilaciones de relatos-casos. La primera en 1994: “La forma del agua”. En España, la última: “La caza del tesoro” (2011). Publicará otras siete (cuatro de ellas ya editadas en Italia).


4. Donna Leon (Guido Brunetti-Venecia)
Quiere hacer algo más que entretener con sus novelas protagonizadas por el comisario Brunetti. En cada una de ellas nos da una lección de su catecismo progresista. Pero el atractivo de las historias de Brunetti apenas tiene que ver con su bien intencionada denuncia de la sociedad contemporánea. Buena parte del éxito se debe a su “bonhomía” y a Venecia.

Su visión es pesimista. De la ciudad, que sirve de metáfora, del propio “mundo”... Pero siempre nos queda una sonrisa tras las novelas. Brunetti se mantiene íntegro, escéptico y aparte, encontrando a pesar de todo ocasión para gozar de los buenos momentos de la vida, muchos de ellos gastronómicos.

Además, es culto y sensible: lee a Cicerón, Esquilo y Aristóteles. Todo un referente de la literatura policiaca contemporánea desde su aparición en “Muerte en La Fenice” (1992).
Su mujer, Paola, pertenece a una familia aristocrática veneciana y es profesora de literatura inglesa, como lo fue también la autora.


5. Veit Heinichen (Proteo Laurenti-Trieste)
Autor alemán, pero que vive en Trieste... ciudad fronteriza por excelencia. Eslovenia está presente. Gran personaje: inteligente e irónico. Muy “mediterráneo”.También “gourmet”. Entrañable.
Lucidez narrativa. Temas como la eliminación de fronteras en Europa o los grupos financieros que controlan el dinero de forma más o menos legal.”Lo muertos del Carso” o “La danza de la muerte” (2011).


6. Carlo Lucarelli (Comisario De Luca-Parma)
Trilogía sobre la República de Saló... escrita entre 1991-1996. Comisario De Luca: personaje que busca mantenerse en pie cuando todo se derrumba: un hábil investigador que busca obsesivamente la verdad.

Lucarelli es también muy conocido en Italia por otro personaje, ahora contemporáneo: Grazia Negro, inspectora de la Policía Científica-Roma. En España tan sólo una novela de las cinco escritas por Lucarelli. Precisamente, “Por la boca muere el pez”, escrita junto a Andrea Camilleri, y que transcurre en Vìgata. Negro, a espalda de sus superiores, pide ayuda a Salvo Montalbano...


7. Marco Vichi (Comisario Bordelli-Florencia)
Años 60. Marcados en Italia por la II Guerra Mundial. Bordelli es ex comandante del batallón San Marcos. Serio, solitario, persistente, con un alto sentido de la justicia, pero que tampoco duda en hacer cosas que se pueden salir un poco de la ley.

Bordelli deja libres a determinados delincuentes, porque “quien roba para comer no es ladrón”, ganándose así las censuras de sus superiores. Le da igual, él sigue los pasos de la conciencia... Vichi es lento, descriptivo, más interesado en bucear en las relaciones personales de los protagonistas que el propio desarrollo de la trama. Paralelismos con hoy.


8. Massimo Carlotto (Marco Buratti-Padua)
Es un autor marcado, como pocos, por su destino. Un escritor que vivió en su propia carne una falsa acusación de asesinato, una detención infame y una instrucción judicial rocambolesca. 18 años en prisión y prófugo de la justicia.
Carlotto es todo un símbolo en Italia, una de las víctimas más famosas de los errores judiciales. Toda esa experiencia está en sus novelas. Marco Buratti, apodado “El caimán”, un ex convicto que, como él mismo, adora el blues y el calvados. Su “alter ego” confeso.
“La verdad del Caimán” (Barataria) fue la primera de la serie de Buratti. El argumento lo llevaba rumiando desde aquella noche de 1976. “Es ciertamente mi historia. Tanto es así que en Padua, cuando salió el libro, se armó un escándalo porque la gente reconocía por la calle a los personajes y los señalaba...”.
Segunda novela de El Caimán, “El misterio de Mangiabarche” (Barataria):  novela negra = periodismo de investigación, aunque siempre narrado desde la ficción. En Italia, los argumentos están en la realidad... 

9. Gianrico Carofiglio (Guido Guerriri-Bari)
Novelas con puntos de vistas peculiares. Primero, Carofiglio es juez, antiguo fiscal. Segundo, Guerriri es abogado penalista. Es el narrador. En el punto opuesto a Carlotto.
Protagonista muy interesante, en constante evolución. Asume casos muy pegados a la realidad. “Testigo involuntario”, “Con los ojos cerrados” y “Dudas razonables”...

10. Maurizio de Giovanni (Luigi Alfredo Ricciardi, Nápoles)
Es el último descubrimiento. El Comisario Ricciardi es terco, solitario y tiene un don único: oye las últimas palabras de las víctimas de muertes violentas... Un don, que a veces es una auténtica maldición. 
Pero una de las grandes aportaciones de De Giovanni es el retrato de esa Italia fascista. Lumen ha publicado las dos primeras de la serie: "El invierno del comisario Ricciardi" y "La primera del comisario Ricciardi"...