sábado, 29 de julio de 2017

El renacer oculto de Murcia

Imagen de la exposición el día de la inauguración en Caravana de la Cruz. Foto: La Panorámica de Murcia

Caravaca de la Cruz reivindica la “alta calidad” de la pintura y escultura del Renacimiento murciano durante el dominio de los Vélez, con 65 obras del patrimonio histórico-religioso, entre ellas diez del gran Hernando de Llanos



JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | VIDA NUEVA

“El Barroco en Murcia ha sido muy poderoso y no siempre hemos prestado atención al Renacimiento, que en realidad es el momento álgido de la historia del arte en Murcia. Es el momento en el que el Reino de Murcia es vanguardia internacional. Por lo que creo va a sorprender”, así explica el galerista Nacho Ruiz, su comisario, la que va a ser “la más importante y central” exposición de la programación cultural organizada por la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia en el marco del Año Jubilar de Caravaca de la Cruz. El título de la muestra, “Signum. La gloria del Renacimiento en el Reino de Murcia”, es contundente, tanto como la calidad de las 65 obras que se exponen en total, procedentes, sobre todo, de la diócesis de Cartagena –que ha cedido cuarenta–, pero también de las de Almería, Albacete y Orihuela-Alicante, además del Museo del Prado, el Museo San Pío V de Valencia y otras colecciones privadas. “Más allá de las monumentales realizaciones religiosas, existe una serie de grandes maestros trabajando en nuestras ciudades que marcan un punto álgido en nuestra historia del arte –explica Ruiz, co-director de la galería T-20–. Quizá el más conocido sea Hernando de Llanos, activo en Murcia y Caravaca, del que nos han quedado las importantes piezas de la Catedral de Murcia y del Santuario de la Vera Cruz en Caravaca de la Cruz. Otro gran maestro es Pedro Fernández de Murcia, desconocido en España y altamente considerado en Italia. Las vicisitudes de su vida y de su obra mantuvieron oculta su identidad hasta los años 90 del pasado siglo, en que su nombre sale a la luz”.

Esta “primera gran exposición monográfica del Renacimiento en Murcia”, que se inauguró el pasado lunes, 17 de julio, en la antigua iglesia de la Compañía de Jesús en Caravaca de la Cruz, pretende un triple objetivo. El primero, según relata el comisario, es “dar a conocer las grandes figuras” del arte renacentista en Murcia, con el último cuarto del siglo XV y el primero del XVI –“cuando se edifica la portada de la Cruz y el primer cuerpo de la torre de la catedral de Murcia”– como punto de partida. La segunda meta es recorrer “líneas fundamentales como el vínculo entre Italia y el antiguo reino-diócesis-estado de los Vélez, la proliferación de matices en los lenguajes artísticos o la decisiva influencia jesuítica en la última fase”. El tercer aspecto es, sencillamente, “conmemorar con un evento cultural de gran calado nacional el Año Jubilar de 2017 en Caravaca la Cruz, sede de este proyecto y escenario clave del Renacimiento en el antiguo Reino de Murcia”. De hecho, la muestra exhibe, como uno de sus platos fuertes, las seis tablas de Hernando de Llanos del Santuario de la Vera Cruz recién restauradas. 

"La Piedad", de Juan de Vitoria. Foto: Comunidad de Murcia

Según Nacho Ruiz, la exposición busca en su conjunto “potenciar” el conocimiento del Renacimiento de lo que se ha dado en llamar históricamente el “Estado de los Vélez”, la casa nobiliaria que gobernó en el antiguo reino de Murcia y de Granada después de la Reconquista. La gran muestra de su poder –también renacentista– fue el castillo de Vélez-Blanco (Almería), cuyo patio mayor está reconstruido desde 1945 en el Metropolitan Museum de Nueva York, mientras que sus frisos en mármol blanco de Macael aún se muestran en el Museo de Artes Decorativas de París. “Signum” incluye otra “reconstrucción” del castillo de Vélez-Blanco, aunque meramente simbólica: “Resulta que hay una serie de piezas que se han conservando en Vélez Blanco, inéditas y que se van a mostrar aquí por primera vez, entre ellas dos esculturas que se atribuyen a Francisco Florentín, que es el autor del primer cuerpo de la torre”. 

Aunque, como apunta el galerista y comisario de la exposición, sobre todo, “vamos a realizar una reconstrucción de la pintura del siglo XVI”, señala Nacho Ruiz. Entre ellas, enumera, por ejemplo, las diez obras de Hernando de Llanos, el gran protagonista del Renacimiento marciano  a las seis de Caravaca de la Cruz, datadas en 1521, hay que sumar tres procedentes del Museo de la Catedral de Murcia y realizadas hacia 1516: Desposorios de la Virgen, Dios Padre Bendicente y Adoración de los pastores, y una del Museo del Prado, Virgen con niño, aunque depositada en el Museo de Bellas Artes de Murcia. 

"Misa y aparición de la Santísima Vera Cruz", de Hernando de Llanos

Otro de los protagonistas es Pedro Fernández de Murcia, pintor muy poco conocido en España y bastante más en Italia, donde pintó los frescos de la Capilla Caraffa en Nápoles o el altar mayor de San Pietro in Montorio en Roma. Es la primera vez que se muestra al público La Sagrada Familia, procedente de la colección Várez Fisa (Madrid). Y, junto a ellos, están también las obras maestras del escultor –y arquitecto– Jerónimo Quijano, autor del Cristo del Corpus de la Iglesia de la Magdalena (Jaén), del que se exhibe La anunciación (1529), de la catedral murciana. O de Juan de Vitoria, entre ellas La Piedad (1550), de una colección particular, o el Retablo de Santiago el Mayor, del Museo de Bellas Artes de Murcia. Pero Nacho Ruiz también cita los tejidos de Lorca –casullas en seda roja, por ejemplo– y la platería de Vera, además de cálices, custodias, cruces procedentes de parroquias de Caravaca, Lorca, Jumilla, Cartagena –como la talla en marfil del Cristo de Don Juan de Austria, por ejemplo– o incluso Vélez Blanco, además del Seminario Diocesano de Murcia. 


Ausencia de un discurso eclesiástico

La práctica totalidad de las 65 obras expuestas en “Signum” –a excepción de apenas cuatro o cinco, como el pendón de las Alpujarras o el Terno del marqués de los Vélez– son obras de un hondo contenido religioso o son, incluso, objetos de culto, y en gran parte pertenecen al patrimonio histórico-artístico de la Iglesia, como el conjunto bibliográfico reunido por el obispo jesuita Esteban de Almeyda, en la segunda mitad del siglo XVI –y hoy perteneciente a la biblioteca del Palacio Episcopal–, del que se exhiben algunas joyas artística como De la simetría del cuerpo humano, de Alberto Durero, o La vida de pintores, escultores y arquitectos, de Giorgio Vasari, que nombra por cierto, entre los escasos españoles, a Hernando de Llanos. Sin embargo, la exposición carece de un guión que integre un discurso catequético o, cuanto menos, ofrezca una lectura eclesiástica de las mismas. Y se echa en falta.
Es, realmente, una historia de la pintura y la escultura desde el último gótico al primer manierismo, es decir, una reivindicación de la gran calidad que alcanzó el Renacimiento en la región de Murcia. Aunque al contextualizarlo históricamente en el “Estado de los Vélez” era inevitable incluir también Almería, donde se asentó el Marquesado del poderoso linaje murciano de los Vélez desde que se creó en 1507, con Pedro Fajardo y Chacón –el primer marqués de Vélez–, adelantado mayor y capitán general de Castilla en el antiguo Reino de Murcia.

Un Renacimiento, además, “poco frecuentado”, como señala Nacho Ruiz. Es decir, poco estudiando y muy desconocido. Pero que, sobre todo, por el carácter fronterizo con los últimos territorios musulmanes, tuvo un mayor eco religioso que en otros escenarios. El mecenazgo de los Vélez –es evidente al recorrer “Signum”– tuvo una notable pujanza eclesiástica. La exposición acaba justamente antes de los sobresalientes efectos de Trento en el arte murciano, visibles en el barroco, entre otros indudables ejemplos, de Pedro de Orrente, con el que se cierra –también simbólicamente– la exposición.
Ver en VIDA NUEVANº 3.045.