sábado, 22 de julio de 2017

Tarragona descubre al primer Gaudí

Altar mayor de la iglesia del Santuario del Sagrado Corazón, en Tarragona. Foto: Expertus Turismo y Ocio

El Santuario del Sagrado Corazón, la primera y menos conocida obra del “arquitecto de Dios”, abre sus puertas por primera vez a las visitas turísticas


JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | VIDA NUEVA

“La apertura al turismo de la antigua iglesia del extinguido colegio de Jesús-María supone enfatizar dos aspectos. Primero, que Tarragona fue la primera ciudad española en venerar a la Virgen bajo la nueva advocación de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en 1857, propuesta por el P. Jules Chevalier en Issoudun en 1854. Segundo, poner en valor este antiguo lugar de culto para que la ciudadanía local y cuantos nos visitan tomen conciencia de que contemplan la más desconocida y primera obra de Antoni Gaudí i Cornet, la única existente en Tarragona y sus comarcas”, afirma el capellán-rector del Santuario del Sagrado Corazón, mosén Antonio P. Martínez. Es como afirma Marketa Stverakova, directora de Expertus Turismo y Ocio, empresa que gestiona las visitas al Santuario: “Aunque es el primer Gaudí, aunque es estudiante de arquitectura, aunque tiene 24 años, creo que demuestra que ya tiene capacidad para diseñar un espacio que impresiona”. La pregunta es cómo ha podido permanecer prácticamente oculta para el gran público: “Generalmente ha sido desconocida porque fue una iglesia dedicada al culto, casi privado, de una comunidad religiosa docente”, añade el propio mosén Martínez, que es también el actual delegado diocesano de Patrimonio Artístico, Documental y Arte Sacro de la Archidiócesis de Tarragona.

Detalle del altar. Foto: Expertus Turismo y Ocio

No lo era, sin embargo, para los especialistas en obra de Antoni Gaudí (1852-1926). “El arquitecto Joan Bassegoda y Nonell, cualificado e indiscutible investigador de la obra de Gaudí –narra mosén Martínez–, no dudó jamás en atribuirle razonadamente la construcción, sobre la que no existe, hasta el momento, documento alguno porque Gaudí intervino poco antes de obtener el título de arquitecto en 1878; en cambio están documentados el mobiliario desaparecido en julio de 1936 y el que se conserva en la actualidad”. El saqueo y profanación de la Guerra Civil destruyó la imagen de Nuestra Señora, además de “la valiosa sillería conventual y el sagrario”, tempranas obras maestras de Gaudí. El manifestador de madera sobredorada de enormes proporciones también desapareció, aunque ahora se exhibe una réplica exacta realizada por Ferran de Castellarnau. El altar, “con la gruesa mesa de mármol y un antipendio de alabastro formado por tres plafones que alojan bustos de serafines jalonados por columnas”, es la firma de Gaudí. “Además, en el Santuario es la primera vez que Gaudí usa su famoso arco catenario. Es el Gaudí más íntimo y personal”, apunta Stverakova.

Cúpula de la iglesia. Foto: Expertus Turismo y Ocio

“Entrar en este templo, su opera prima, significa convivir y dejarse imbuir por la Trascendencia, dadora en este recinto de quietud interior, estética y sosiego, gracias a un genio denominado, con toda propiedad, arquitecto de Dios”, relata mosén Antonio P. Martínez. También Stverakova lo describe: “Aquí es donde Gaudí comienza a manifestar su relación con la religión. Por ejemplo, el tipo de ángeles que utiliza, que son serafines. La pieza central del altar, el manifestador, presenta a Cristo con una imagen vertical que culmina con la devoción a Nuestra Señora, es donde Gaudí ya muestra su genialidad. Es una decoración muy exquisita. Ya establece, digamos, una relación mística con las obras”. Aunque es mosén Martínez, delegado diocesano de Patrimonio Artístico, quien explica qué significa convivir con este jovencísimo Gaudí: “La esbeltez del estilo neogótico ruskiniano del templo, la ornamentación vegetal y floral de las columnas, bóvedas y ventanales que tamizan la luz a través de vitrales emplomados con figuras de nuestros santos más populares, el antipendio del altar con serafines adoradores como los del manifestador eucarístico y su Tetramorfo, ayudan a dialogar y a sentirse pequeño ante la suprema Belleza que inspiró a Gaudí a descubrir la espiritualidad inmanente en la Naturaleza y las polivalentes formas que emanan de ella”.

El arquitecto tuvo una única sobrina, Rosa Egea Gaudí. La muerte prematura de la madre le convirtió en su tutor, circunstancia que le motivó a solicitar ayuda a Joan Baptista Grau Vallespinós, entonces vicario general de la diócesis, para poder internar a la niña en el colegio de Jesús-María. “En agradecimiento, y para compensar tan elogiable favor, se ofreció para diseñar la capilla-santuario”, relata mosén Martínez. La iglesia se consagró el 7 de diciembre de 1879 prolongándose su decoración hasta 1897. “Desde entonces, el culto permaneció hasta julio de 1936, el 21 de ese mes la iglesia fue profanada, saqueada y destruida la imagen y la valiosa sillería conventual diseñada por Gaudí. Se reabrió a mediados de 1939 hasta 1972 cuando las religiosas abandonaron el edificio, con dolor y sorpresa para los colegiales y sus familias, legando al Ayuntamiento los dos edificios del colegio, y la iglesia al Arzobispado de Tarragona”, resumen el capellán-rector del Santuario. Siete años después, en 1979, el canónigo Francesc Esplugas y Llorens, predecesor de mosén Martínez, “abrió la iglesia al culto acondicionando previamente espacios imprescindibles, como la sacristía, el despacho, la salida colateral, y acomodó el altar a las reformas conciliares separándolo de la cabecera del presbiterio”, según relata. Desde entonces la capilla-santuario acoge a los feligreses. Y desde ahora a los turistas, como afirma Stverakova: “Aquí comienza nuestra labor de enseñarle al mundo esta capilla donde ya se ve la genialidad de Gaudí”. 

Del kilómetro 0 de Gaudí a la catedral de Tarragona

“Hemos llegado al acuerdo, por la insistencia de mosén Martínez, de que ahora es el momento adecuado para abrir el Santuario al público y recibir visitas turísticas. Es una confluencia de intenciones entre el Arzobispado de Tarragona, el Patronato de Turismo del Ayuntamiento de Tarragona y nosotros, que somos una empresa privada”, afirma Marketa Stverakova, directora de Expertus Turismo y Ocio. Y añade: “Después de la Tarragona romana y la Tarragona medieval, que quizás son los monumentos más conocidos de Tarragona, abrir el Santuario supone que se manifieste también al mundo la Tarragona modernista, cuyo recorrido comienza aquí. Es el kilómetro 0 de Gaudí, pero también de la ruta modernista de Tarragona”. Expertus Turismo y Ocio gestiona también las visitas turísticas de la Catedral, el Seminario y el Museo Bíblico. 
“Con la catedral nos va muy bien –admite–. Cada año tenemos más visitantes y creo que es importante esta labor proactiva para hacer que los turistas la visiten y a la vez colaboren en su mantenimiento. El interés es cada vez mayor. Ahora ya se ha podido comenzar a restaurar piezas. Funciona”. Del mismo modo, la aportación económica en el Santuario del Sagrado Corazón se destinará a la restauración del templo, como relata mosén Martínez: “Está pendiente de subsanar la fachada, de escasa entidad. Ya se ha presentado ante el Ayuntamiento el correspondiente proyecto básico. Era parte integrante, en cuanto a estructura y estilo, del edificio-colegio construido en 1862 y demolido el 1978 junto a la zona ajardinada en la que, según tradición oral, intervino Gaudí. Es urgente evitar, en lo posible, las humedades que malogran, por capilaridad, las zonas bajas del perímetro de la iglesia”. 
O como dice Stverakova: “En este caso el edificio tiene problemas estructurales. Y necesitamos que la gente venga y lo valore. Si contribuye, todo esto se preservará para las generaciones futuras”.
Ver en VIDA NUEVA. Nº 3.044.