lunes, 16 de octubre de 2017

CONDE DEL PINAR Y SEÑOR DE FUENTEAMARGA | Laurel y rosas (96)

Espacio en el actual balneario que recuerda al Conde del Pinar como su fundador en 1803. 


JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | DIARIO DE CÁDIZ

Cuando en el 1823, aún bajo el reinado del ominoso Fernando VII, se casa en el Palacio Real de Madrid Luis Fernando Mon y del Hierro (Palma de Mallorca, 1784), con María Matilde Velasco y Parada –camarera mayor de la melancólica reina María Amalia de Sajonia–, añade al título de Conde del Pinar un sonoro “Señor de la Casa y Pinares del Fierro y Baños de Fuenteamarga”. La alaraca con la que el cuarto conde del Pinar no había dudado en darse lustre con lo más preciado de sus posesiones en Chiclana, entre otras pertenencias, como el cortijo de la Casa de la Guardia, tendría justificación; ya que Luis Fernando Mon y la propia condesa consorte serían quienes dieran prestigio a los baños de Fuente Amarga como “centro de la atracción turística del siglo XIX en España”, como la califica el investigador Juan Manuel López Azcona. “Acudiendo en 1854 entre otros agüistas –añade– las hijas del infante D. Francisco de Paula de Borbón, las hermanas del Rey consorte y las del duque de Montpensier”.

Luis Fernando Mon y del Hierro no fue, sin embargo, el responsable de que se erigiera el establecimiento de Fuente Amarga, que en sus inicios solo tenía “cierto número de chozos con varios hoyos a donde se hacía circular el agua desde el manantial”, según el relato que Carlos Montemar, director de los “establecimientos minero-medicinales sulfurosos” de Chiclana, recoge en su impagable “Guía del bañista” (1870). “A pesar del comercio de los productos de cereales, hortalizas, vinos de esta villa –narra–, no bastaría a sostener las 24.050 almas que se le calcula, a no ser por los cincuenta a sesenta mil duros que dejan los concurrentes de varias provincias en la temporada de baños de 1º de junio a fin de octubre, a usar de las especiales aguas sulfurosas de Braque y Fuente Amarga”. 

Fue, realmente, su padre: José Antonio Mon y Velarde (Mon, Asturias, 1743), conde del Pinar por su matrimonio con Isabel María del Hierro y Alós, hija de Marcos José del Hierro y Ruiz de Rivera, que era, a su vez, nieto del primer conde, Marcos del Hierro y Prado. Y de quien, realmente, se sabe muy poco, más allá de algunos pleitos, sus galeones y las riquezas indianas que le llevaron a asentarse en Chiclana, donde era “el mayor hacendado”, según el catastro de la Ensenada (1750-54), y casó con Juana Blasco de Aragón. Tal es así que en 1735 había recibido el título nobiliario de Felipe V por sus “buenos servicios”, sin que se sepan cuales fueron. Y sus hijos, Juan Bautista –el primogénito, nacido en Chiclana en 1699– y Marcos del Hierro y Blasco de Aragón, tuvieron, además de vida breve, que sortear la condena de “jenízaros”. Es decir, de su ascendencia francesa cuando mediado el siglo XVIII el Consulado de Cádiz prohibió el comercio con las Indias no solo a los extranjeros, sino también “a los hijos de los extranjeros nacidos en España”. Ellos, no obstante, afirmaban ser “españoles originarios”.

Retrato de J. Antonio Mon y Velarde.
Fuente: Enciclopedia del Ecuador.

La historiografía, a veces, nos ha hecho ir pasando de uno en otro conde del Pinar de tal modo que parece que hablamos siempre del mismo. Pero seguirle el rastro a la familia del Hierro entre fortunas indianas y luchas de poder es recorrer tres siglos de la más viva historia de España. Por ejemplo, nos podemos detener en ese José Antonio Mon y Velarde que manda a construir el balneario de Fuenteamarga, aunque fuera uno de sus guardas quien descubriera el manantial hacia 1790 en terrenos de su propiedad y su administrador, llamado Ramón González –quien primero derribó en 1803 una pileta allí construida por el Concejo municipal, que atendía una solicitud del párroco de San Sebastián para que “sus aguas fueran aprovechadas por la humanidad doliente”–, el que proyectó la instalación de tinas de barro y compró los terrenos colindantes. Este José Antonio Mon fue el conservador Conde del Pinar de las Cortes de Cádiz, amigo de Menéndez Valdés y de Jovellanos, con fama de juez cruento e implacable, miembro del Consejo Real y defensor de la Inquisición, el mismo que persiguió hasta la extenuación al “divino” Argüelles y a los afrancesados. Aún venía a Chiclana a “refugiarse” en sus propiedades cuando giraban las tornas de la revolución liberal.

Fernando VII llegó a apadrinar a una de sus nietas, la hija mayor de Luis Fernando Mon y del Hierro, el de la boda en Palacio y embajador en Berlín. Con este acabaría la vinculación de los conde del Pinar con Chiclana. Su segundo hijo, Luis Gonzaga Mon y Velasco, heredará el título como V conde del Pinar, convertido en uno de los líderes del carlismo. También acérrimos carlistas serían los hijos de este, Matilde –dama de Berta de Rhoan, esposa del infante don Carlos– y José María Mon y Chinchilla, que ostentó el título hasta su muerte en 1936, aún en el exilio. Veinte años después lo reivindicó Carlos García Mon. A su muerte en 2002 sin hijos, pasó a otra rama de la familia: a Juan Valdés y de la Colina, hoy VIII Conde del Pinar, descendiente directo de Ángela Mon del Hierro, una de las hermanas de aquel atildado “Señor de la Casa y Pinares del Fierro y Baños de Fuenteamarga”.

http://www.diariodecadiz.es/opinion/analisis/Conde-Pinar-senor-Fuenteamarga_0_1181881815.html