jueves, 20 de diciembre de 2012

El arte oculto de la Casa de Alba


Una exposición exhibe en Madrid 150 piezas del "mecenazgo al servicio del arte" desde el primer duque de Alba hasta la actualidad, con "La Virgen de la Granada" de Fra Angélico como gran protagonista.

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La Casa de Alba exhibe sus tesoros artísticos. Algunos, al menos, de los más significativos. 150 obras, entre pinturas, esculturas, documentos históricos y manuscritos, piezas arqueológicas, joyas, mobiliario o trajes, que conforman la exposición “más completa” de una colección que comenzó a formarse hace más de 500 años. 

El legado Casa de Alba. Mecenazgo al servicio del arte ocupa el denominado CentroCentro, el complejo cultural creado por el Ayuntamiento de Madrid en su sede del Palacio de Cibeles. 

“Nuestra intención es compartir las obras y piezas que componen la colección con un público cada vez más entendido y más interesado por la cultura y la historia. Esta muestra nos permite dar a conocer diferentes obras y documentos que han sobrevivido a los avatares de la historia y que conforman el mayor tesoro del legado de nuestra familia”, según Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, duque de Huéscar. 

Gran parte de las obras exhibidas proceden del Palacio de Liria, en Madrid, entre ellas La duquesa de Alba de blanco, pintada por Francisco de Goya en 1795 y que apenas se ha podido ver en público, así como obras maestras de Tiziano, Murillo, Ingres, Renoir, Rubens, Ribera, Zurbarán y Zuloaga. Pero, entre unos y otros, destacan también la obra religiosa. 

El mecenazgo de los Alba está también dirigido a la propagación de la fe. En el legado expuesto en Madrid aún hay pintura religiosa de primerísimo nivel, como la Virgen de la granada, la única tabla de Fra Angélico (1390-1455) en manos privadas y que pertenece a la colección del Palacio de Liria en Madrid. 

La Virgen de la Granada.

Una obra que Philippe Montebello, director del museo Metropolitan de Nueva York, considera la “mejor conservada” de las existentes del maestro italiano. La Casa de Alba, precisamente, negó hace cuatro años su inclusión en una muestra centrada exclusivamente en el cuatrocentista italiano. Por fin se puede ver en Madrid. 


Un capítulo de la Historia de España 

“Es la primera vez que se expone al público”, afirma el comisario de El legado Casa de Alba, Pablo Melendo, quien detalla, de hecho, algunas obras maestras imprescindibles de arte religioso en la muestra madrileña: “En lo que se refiere a obras pictóricas, algunas de las piezas más significativas de la colección de la Casa de Alba tienen también un marcado componente religioso. También podemos disfrutar en esta exposición de La Crucifixión, de El Greco; La última cena, de Tiziano; o la Virgen del maestro de la Virgo inter Virgenes”. 

Esta obra, del maestro holandés anónimo por su famoso cuadro denominado Virgen entre santas, del Rijksmuseum de Amsterdam, es una de las pocas obras que procede de la colección del primer duque de Alba, título otorgado por el rey Enrique IV de Castilla a García Álvarez de Toledo al convertir el condado de Alba de Tormes en un ducado en 1472. 

Melendo, como el patrimonio artístico de los sucesivos duques de Alba, va más allá. “El legado cultural de los Alba es, en este aspecto, representativo de la historia del arte, en España y en el mundo. El peso de lo religioso, especialmente en los siglos XV a XVII en España, tiene también su reflejo en la colección de la Fundación Casa de Alba. Desde la Anunciación, con el primer duque de Alba, obra del maestro de la Virgo inter Virgines, del último cuarto del siglo XV, al Santo Domingo de Zurbarán (obra de alrededor de 1635), la muestra recoge algunas piezas muy señaladas de esta relación entre el arte y la religión”. 

Y no solamente de la pintura, pues en el patrimonio de la Casa de Alba abundan las obras religiosas de otros muchos géneros”, afirma a Vida Nueva. 

“Una de las más emblemáticas es la afamada Biblia de Alba, traducida del hebreo al romance por el judío Moisés Arragel de Guadalajara en el siglo XV, con la ayuda de dos monjes encargados de evitar cualquier sesgo”, señala el comisario. También se pueden ver otras piezas procedentes de las donaciones de la Casa de Alba a monasterios bajo su protectorado a lo largo de los siglos. 

“La historia del arte en España no puede entenderse al margen de lo religioso. En este ámbito, la Casa de Alba ha tenido también una vinculación muy importante con determinadas órdenes. Especial mención merecen las donaciones al Convento de las Agustinas de Salamanca y al Colegio del Cardenal de Monforte de Lemos”, explica Melendo. 


Tres ámbitos, un itinerario 

La exposición sigue un itinerario marcado por tres ámbitos que se complementan e interrelacionan: la Casa de Alba en la historia de España, su mecenazgo artístico y, en tercer lugar, la colección procedente de relaciones diplomáticas, familiares o personales de los sucesivos duques de Alba. Melendo los recorre también de uno en uno. 

Una de las salas de la exposición.

En el primero, la Casa de Alba en la historia de España, se han incluido, por ejemplo, los retratos más significativos protagonizados por miembros de la Casa de Alba. “Entre ellos cabe destacar –enumera– el retrato del Gran Duque de Alba por Tiziano; el retrato de Carlos V e Isabel de Portugal, versión de Rubens del cuadro de Tiziano del Museo del Prado; el retrato de la reina María Estuardo, de la escuela inglesa del siglo XVII; los retratos del XII Duque de Alba y la Duquesa de Huéscar de Mengs, que se muestran por primera vez fuera del Palacio de Liria; el busto de la XIII Duquesa de Alba de Juan Adán y el retrato de la XV Duquesa de Alba, por Franz Xavier Winterhalter; el retrato de la Marquesa de Lazán de Goya y los retratos de Zuloaga de los XVII Duques de Alba y su hija la Duquesa Cayetana, así como los bustos de los mismos realizados por Mariano Benlluire”. Junto a ellos, también se exhiben otras obras que relatan la propia biografía de los Alba. 

El capítulo segundo de El Legado Casa de Alba destaca la labor de mecenazgo en la sociedad española, europea y americana a lo largo de los siglos. “Se trata de una importante y complicada labor de creación, formación, recuperación, protección, conservación y mecenazgo que ha llevado a formar la excelente colección que podemos disfrutar hoy”, manifiesta Melendo. 

Asimismo, destaca en este espacio la fuerte presencia de la pintura: el Camino al mercado de Rubens; Barcos en calma, de Wilhem Van de Velde, y la Artemisa de Daniel Seghers, obra recuperada por el duque Carlos Miguel, después de que saliera de la colección del Marqués del Carpio. 

El último apartado recrea “el arte y la cultura como parte de la vida cotidiana, recuerdos y regalos, que son ejemplos de una importante y refinada vida social y familiar”, explica el comisario de la muestra. 

Entre las obras que se muestran están, por ejemplo, “los jarrones de Sevres, regalo de bodas de los Emperadores de Francia a los XVI Duques, así como dos tapices de gobelinos retratos de los Emperadores basados en los cuadros de Winterhalter que se conservan en el Museo del Louvre y diversos objetos de artes decorativas”. 

En el nº 2.828 de Vida Nueva