lunes, 5 de marzo de 2012

Entrevista | Alejandro Martín Navarro: “La poesía es una liturgia y una forma de piedad”.


Alejandro Martín Navarro (Sevilla, 1978) es Doctor en Filosofía, poeta, crítico literario y traductor. Ha ganado los premios Luis Cernuda por Vasos de barro (Ayuntamiento de Sevilla) y Miguel Hernández por Aquel lugar (Hiperión). Ha traducido las Canciones espirituales de Novalis y publicado La nostalgia del pensar, una introducción al pensamiento del poeta alemán. Actualmente es profesor de Filosofía, y trabaja en la traducción de las obras inéditas de Nietzsche al castellano.

P: Escribir poesía religiosa hoy… es navegar contracorriente, pero, personalmente, ¿de dónde nace ésta?
R: Antes de nada, habría que explicitar qué se entiende por “poesía religiosa”. Si hablamos de una poesía con contenido religioso, llena de referencias a los dogmas de una fe positiva, apenas se podría hablar de poesía religiosa en mi caso. Pero si no nos referimos a eso, el adjetivo podría aplicarse a un tipo de poesía que sumerge el lenguaje, por así decir, en el otro lado de las cosas. Si es así, mi acercamiento a la poesía religiosa coincide con mi acercamiento a la poesía en general. Escribir poesía es decir el mundo y a la vez su reverso, como fotografiar una huella es, de hecho, fotografiar (negativamente) aquello de lo que es huella.
P: En tu caso, ¿una búsqueda de Dios? ¿una exaltación de Dios?
R: Hay un fenómeno paradójico en lo religioso que siempre me ha llamado la atención: el hecho de que la religión es, a la vez, un hecho celebrativo y un hecho luctuoso. Dar las gracias por la cosecha, por la fertilidad, por la vida, y al mismo tiempo, llorar la pérdida, la muerte, y en general todas las consecuencias de nuestra condición finita. Adoración y expectación van juntas.
P: ¿Eso es tu poesía: adoración y expectación?
R: Sí, en mi poesía busco ambas cosas: un acto de gratitud ante el devenir de las cosas, ante el hecho sorprendente de que la realidad está ahí, rebosante de sí misma; y un acto de dolor, vagamente esperanzado en mi caso, ante la experiencia de la pérdida y del vacío. En ambos casos –y eso es la poesía mística– la búsqueda de Dios también es, por decirlo con Nietzsche, permanecer fiel al sentido de la tierra. Para mí la poesía es una liturgia y una forma de piedad”.
P: ¿A qué otros poetas citarías dentro de este anhelo poético y de fe…?
R: Tal y como yo lo entiendo, no hay necesariamente poesía religiosa allí donde ésta se reduce a enunciar temas considerados “religiosos”. Mucho menos cuando esos temas son “morales”. La reducción de la poesía a un mero vehículo de ideas ha resultado, en general, nefasta para la propia poesía. Así, encuentro una intensa poesía religiosa en los poemas de Claudio Rodríguez, con toda su desolada manera de estar en lo mundano, y no la encuentro siempre en poetas considerados, sin más matización, “católicos”.
P: Cuáles son, en general, sus referentes poéticos… y cuáles, si se pueden conocer, los religiosos…
R: No sabría hacer una lista, porque mi mala memoria me haría prescindir de nombres fundamentales y seguramente sería injusto, pero no puedo dejar de mencionar, entre los poetas vivos, el nombre de José Julio Cabanillas. En mi evolución como poeta han influido muchos y muy distintos poetas del panorama actual. En el ámbito religioso, si es que puedo acotarlo sin más dificultad, mencionaría a Nietzsche (ese teólogo que el cristianismo tanto ha necesitado), a Von Balthasar, a Bonhoeffer, a Rahner...
P: Se ha hablado mucho del grupo Númenor y este punto en común de indagación en la poesía religiosa. ¿Qué queda de ello?
R: El tiempo lo dirá. Númenor ha sido, en todo caso, un hecho excepcional, no digo desde el punto de vista de la historia de la literatura, sino desde la sorpresa que produce encontrarse con una fortísima unidad formal y temática en un grupo de personas de orígenes, formación, intereses y caracteres muy diverso, contra lo que normalmente se piensa.
P: Y una reflexión poética final...
R: Le cedo la palabra a Novalis: “Poeta y sacerdote fueron al principio una misma cosa”. La poesía siempre ha sido hablar de aquello de lo que en verdad no se puede hablar.

Con la bandera del grupo poetíco Númenor
Un puñado de poetas con residencia entre Sevilla y El Puerto de Santa María (Cádiz) ligados a la revista Númenor y bajo el patrocinio del profesor Fidel Villegas han destacado sobremanera en la última década por su gran calidad, entonando una poesía devota y, a la vez, renovadora, como Enrique García-Maíquez (1969), Jesús Beades (Sevilla, 1978), Jaime García-Maíquez (Murcia, 1973), Rocío Arana (Sevilla, 1977), Joaquín Moreno Pedrosa (Sevilla, 1978), Pablo Moreno Prieto (Sevilla, 1977) y Francisco Gallardo Gil (Sevilla, 1976). Todos han publicado ya por su cuenta, y extendido el prestigio y la calidad del grupo Númenor. La amplitud electiva y temática de Númenor la refleja Alejandro Martín Navarro con versos como los que le dedica en “Impresión de la catedral de Colonia”: La fe se pierde como se olvida un nombre./ Pero te encuentro aquí, prodigio/ oscuro de la piedra,/ silencio y música que dice y calla,/ ejército radiante de espadas como sombras./ Te alzaste ante nosotros/ cuando los hombres de una antigua estirpe/ erigieron la ofrenda milenaria del arte… 

En la revista MAS nº 671.