martes, 13 de marzo de 2012

Jesús Sánchez Adalid: “La literatura nos puede ayudar a conocernos mejor”


El sacerdote y escritor publica su décima novela, “Alcazaba”, narración de la gran revuelta en Mérida contra Abderramán II y testimonio de la vida de los cristianos en el Al-Andalus del siglo IX, con la que obtuvo el XI Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio
El párroco de Alange y el novelista best-seller más unido que nunca. No es que Jesús Sánchez Adalid (Don Benito, Badajoz, 1962) se haya distanciado alguna vez de su vocación sacerdotal, no; es que de su decena de novelas ya publicadas, en ésta –Alcazaba (MR Editores), IX Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, que acaba de salir a la venta– más que en ninguna está presente Alange.
No sólo como famoso castillo y fuente termal, sino porque Sánchez Adalid se introduce magistralmente en el siglo IX para mostrarnos la vida de los cristianos bajo la dominación árabe en Mérida. Es una novela que remite a quienes somos, como uno de sus personajes, el Abad del monasterio de Cauliana, afirma: “¡Conservemos la memoria de lo que fuimos! Eso es lo que debemos hacer más que nada. Si perdemos nuestra identidad, acabaremos extraviados y a merced de Satanás. ¡Despertemos de una vez!”.
La novela relata, a partir del testimonio del ser cristiano bajo el yugo árabe, una de las mayores revueltas contra Abderramán II, del 828 al 835, y en la que beréberes, judíos y los propios cristianos se unieron para derrocar al valí impuesto por el emir de Córdoba. Y que provocó la construcción de la Alcazaba, gran símbolo emeritense del poder árabe.

La primera pregunta es, por tanto, obligada: ¿Qué significa este premio para usted? Otro más, pero, a la vez, supongo que no es uno más… lo digo por ese reconocimiento “histórico”.
El oficio de escritor llega un momento en que es también "carrera". Digamos que los premios son como exámenes... Los certámenes literarios suponen un riesgo necesario que debe afrontarse, para no estancarse. Es someter la obra al dictamen de un jurado especializado. Este galardón me anima y me ayudará en lo sucesivo.

Y también por una novela como “Alcazaba”, que, en primer lugar, transmite cercanía. Quiero decir, que está escrita desde, es lo que parece, desde una profunda identificación con el escenario. No en vano es su territorio vital y eclesiástico: Alange, Mérida, Extremadura…
Mérida fue una diócesis y una ciudad importantísima en época romana, tardorromana y visigoda. Durante la dominación musulmana conservó su sede y su sociedad cristiana. Es un periodo histórico sumamente interesantes, en efecto, por cercanía física y afectiva, conozco muy bien el paisaje natural, arqueológico y urbano. Consideré que debía contar una historia emocionante en tan singulares escenarios.



Habría mucho que preguntar sobre la novela. Pero lo primero es, y su título lo deja claro, narrar la revuelta que dio origen a la Alcazaba de Mérida… Y quiero preguntarle: ¿Por qué ha elegido este periodo histórico que va del 828 al 835?
Aquella revuelta de los cristianos, unidos a los muladíes y bereberes frente al poder abusivo del emir árabe, resulta sorprendente y curiosamente desconocida. Refleja que el ser humano puede aliarse para defender sus derechos y luchar aún en las más adversas circunstancias. Salvando las distancias, la situación de aquellas minorías étnicas y religiosas se parece mucho a lo que hoy viven los cristianos armenios o los coptos. El fenómeno mozárabe en la península Ibérica es de un interés enorme. Los cristianos de Mérida llegaron a escribir al emperador franco Ludovico el Pío para pedirle ayuda frente al abuso musulmán. Y lo más curioso es que éste contestó y prometió la ayuda. Se conserva la carta, entre las de la Cancillería imperial de Eginardo. ¿Por qué es tan desconocido algo tan interesante?


Hemos usado la palabra revuelta. Y la pregunta es: ¿Se podría equiparar a la “primavera árabe” reciente o a la ola de indignación? También lo podrá preguntar de otro modo: ¿Mira alrededor cuando escribe del pasado?
Con respecto a esta pregunta, tan frecuente, suelo responder recordando el Eclesiastés: "Nada hay nuevo bajo el sol"... La historia no se repite; pero los seres humanos a veces respondemos de manera semejante ante estímulos semejantes... Es ley de vida. En efecto, aquello se parece mucho a la "primavera árabe". Hay tiranos, leyes injustas, anhelos de libertad, revueltas, muertes, venganzas, tribalismos... Cuando escribí la novela todavía no se había producido el fenómeno que hemos observado en el Islam estos últimos meses. Después me sorprendí mucho al ver el parecido con mi historia... Misterios de este oficio.

Evidentemente hay esa lectura contemporánea, pero quizás prefiero destacar que en la novela lo que, sobre todo, queda es el retrato de cómo, en aquella época de revueltas tan desconocidas, vivían y luchaban por sobrevivir la comunidad católica, los dimmíes cristianos…
Era una cultura muy rica. Hubo obispos, como  Álvaro de Córdoba, que lideraron un verdadero esfuerzo colectivo por sacar adelante y conservar el valor de lo cristiano, frente a las mayores persecuciones... Había monasterios, cenobios, escuelas católicas y scriptoriums donde se copiaban, enseñaban y comentaban las grandes obras de la patrística. ¡Era una maravilla! Toda una herencia que no se podía perder... Le debemos mucho a aquellos antecesores nuestros que vivieron sometidos y con verdadera heroicidad su fe y sus tradiciones.


Presentación de la novela en Madrid
En un momento dado cita a un personaje, el abad del monasterio de Cauliana, que declara a los suyos: “Nuestro pueblo debe instruirse, los cristianos de Mérida deben saber cómo era el pasado de esta ciudad y la grandeza de aquella cristiandad reinante. ¡No han de perderse esos recuerdos!”. Esto es para mí el núcleo, el sentido de la novela. ¿Lo es?
Ciertamente. Se trata de dar a conocer algo que suele pasar desapercibido. Después de la conquista de la Península por los musulmanes no desapareció lo cristiano. No se debe simplificar y es necesario evitar los tópicos. La cultura árabe hizo grandes aportaciones, pero ya había aquí todo un mundo con un valor inmenso. El recuerdo, por ejemplo, de Isidoro de Sevilla estaba muy vivo y presente. El Derecho estaba muy avanzado y florecía la simiente de mucho de lo que hoy somos. De hecho, aquella cultura tardorromana y visigoda dio origen a los fueros, al antiguo y buen Derecho, a las Cortes y a muchas leyes que ya estaban en el antiguo Liber iudiciorum. Los mozárabes fueron cultos y civilizados; posiblemente, mucho más que gran parte de la cristiandad europea. Todo eso se conservó, con esfuerzo, pero se conservó...

Pero vinculado a todo esto. Es indudable que la novela, sobre todo las históricas como ésta, es una extraordinaria herramienta para saber quiénes somos… ¿pero también para ver hacia dónde vamos hoy?
Sin duda. La literatura nos puede ayudar a conocernos mejor.

Sus ya numerosos títulos, sus miles de lectores, ¿pesan cada vez más o con cada novela el escritor que es usted se reinventa, comienza de cero?
Procuro crecer, perfeccionarme, ofrecer cada vez mejores resultados a mis lectores. Por eso me presenté al Premio Alfonso X el Sabio.

Y en el diálogo sacerdote-escritor, ¿alguna vez se rebela uno con el otro?
Hay armonía, gracias a Dios...

En el nº 2.791 de Vida NuevaEntrevista con Jesús Sánchez Adalid, aquí se ofrece una versión íntegra