jueves, 12 de enero de 2012

El sueño de un confesor: el 300 aniversario de la Biblioteca Nacional

Una visitante observa una de las obras de la exposición "300 años haciendo historia". Foto: Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional, creada el 19 de diciembre de 1711 por Felipe V para satisfacer a su confesor, el padre Pierre Robinet, cumple tres siglos. Su colección supera los 28 millones de documentos. Posee una imponente colección de manuscritos e incunables religiosos. Una gran exposición da el pistoletazo de salida a la conmemoración.
Un 29 de diciembre de 1711 Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, daba el visto bueno al plan de creación de una Biblioteca Real abierta al público. La idea había partido de su consejero y confesor, el padre Pierre Robinet, siguiendo el modelo de la Bibliothèque du Roi parisina: “Una biblioteca que fuera la piedra angular sobre la que levantar de nuevo un imperio más allá de las armas, de los cañones, de las conquistas”.
El padre Robinet, jesuita y tercer confesor del Rey en España,  supo presentarle a Felipe V, más aficionado a las cartas que a la lectura, el proyecto como “una obra que remataría la gloria de su nombre” y se erigió en verdadera alma mater de la nueva Biblioteca Real, que se ubicó entre el Palacio Real y el convento de la Encarnación, abriendo al público ya el 1 de marzo de 1712.
A Robinet, el marqués de Saint Simon le describe en sus Memorias benignamente: «Robinet no tenía ningún interés, ninguna ambición; no estaba contaminado de ultramontanismo y sólo era jesuita en cuanto era compatible con el honor y la conciencia. Era fundamentalmente hombre de bien; amaba, pues, el bien por el bien mismo, y era tan valiente como discreto. Toda la corte y toda España le amaba, le honraba, tenía confianza en él; no por eso se vanagloriaba ni se estimaba en más, y era recto, verídico y enemigo de toda intriga”.
En un primer momento, además de Robinet, también participaron en el germen de la Biblioteca Nacional el marqués de Villena, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga, y Melchor de Macanaz. Más de un siglo después –ya en la sede de la calle Arrieta–, en 1836 recibiría el nombre actual de Biblioteca Nacional, denominación que ya se le da en la Constitución de 1812. No sería hasta 1896 cuando se inauguraría el actual edificio del Paseo de Recoletos. Por primera vez, la Biblioteca fundada por Felipe V en 1712 contaba con un edificio propio construido especialmente para tal función.
300 años haciendo historia
"Libro de las horas" de Beatriz de Vega
Las primitivas procedencias de aquella Biblioteca que imaginó el padre Robinet acumulaba dispares colecciones, desde la llamada Biblioteca de la Reina Madre –que era la existente en el Alcázar Real–, la donada por el Marqués de Mondéjar, la adquirida al Duque de Medinaceli o las confiscadas al Duque de Uceda y al arzobispo de Valencia Antonio Folch Cardona. A las que se van sumando manuscritos e incunables procedentes de los conventos dominicos de Santo Tomás el Real, en Ávila, o de San Vicente Ferrer, en Plasencia, de los que aún hoy procede gran parte de los tesoros de la colección de “Manuscritos, Vitrina y Reserva”, que conforman, sin duda, las joyas de la Biblioteca Nacional.
Actualmente, posee unos 23.000 manuscritos, “auténticos tesoros de nuestro patrimonio bibliográfico, muchos de ellos de valor incalculable”, como describe Manuel Sánchez Mariana, y que incluyen una importante colección de libros de horas, códices medievales iluminados, beatos, todos ellos piezas claves del patrimonio cultural español.
Desde su origen, la Biblioteca Nacional reúne algunos de los manuscritos e incunables fundamentales en el relato de la Iglesia en España y testimonios innegables de su presencia en la vida privada, como la extraordinaria y amplia colección de Libros de Horas desde mediados del siglo XIII a mediados del siglo XVI.
Entre ellos, el de Leonor de la Vega (siglo XV) o el de Carlos VIII, rey de Francia (siglo XV). Estos pueden verse en la exposición “300 años haciendo historia”, que en la misma Biblioteca Nacional exhibe su historia, su evolución tecnológica, sus principales colecciones o sus hitos más significativos.
Para el comisario de la muestra, José Manuel Lucía, Catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, el reto ha sido aunar en una sola exposición todo lo que se deseaba: "Queríamos contarlo todo, aprovechar la oportunidad única de celebrar el Tricentenario para acercar al visitante a la historia de la BNE, sus tesoros, sus edificios, su estructura, sus trabajos diarios, sus retos y sus desafíos". Pero lo que le queda al visitante, sobre todo son las obras expuestas, apenas un retazo de los más de 28 millones de documentos depositados actualmente en la Biblioteca Nacional...
En el nº 2.783 de Vida NuevaReportaje completo para suscriptores