viernes, 27 de julio de 2012

Dios entre los campos de Castilla


Una exposición en Soria conmemora los cien años del poemario más universal y confesional de Antonio Machado.


JUAN CARLOS RODRÍGUEZ
La Fundación Antonio Machado y Acción Cultural Española (AC/E) conmemoran el centenario de la publicación de Campos de Castilla, la obra más universal del poeta sevillano, con una exposición en el Palacio de la Audiencia, en Soria, que, básicamente, celebra su originalidad a la hora de abordar el tema de Castilla.

“Estructurada de manera didáctica ­–afirma el comisario de la muestra, Javier Huerta–, se abrirá con una primera parte centrada en el poeta y sus circunstancias, para adentrarse en la llegada de Machado a Soria en 1907 y su pasión por Leonor, y una segunda titulada Descubriendo Castilla, en la que se apuntará la originalidad de Machado. Se exponen todos los antecedentes de autores del 98 y otros modernistas que antes de Machado trataron el tema de Castilla; con lo que se quiere matizar la originalidad de Machado".

En Campos de Castilla está también ese Machado angustiando ante la muerte de Leonor y la estela de Dios. “La actitud de Machado ante Dios es similar a la de Unamuno, una constante lucha consigo mismo, lucha entre la imposibilidad de creer y el deseo, la necesidad, de creer para dotar de sentido a la vida”, según el crítico y académico Carlos Bousoño.


Pero esa visión de Dios, la que López Aranguren llamó “un fluctuar entre escepticismo e inconcreta creencia, entre desesperanza y esperanza”, es mucho más profunda de lo que se ha postulado desde cierta crítica, que ha resuelto la duda machadiana dando por hecho el triunfo del ateísmo y que contagia la visión machadiana contemporánea, incluso en la exposición, en la que no se matiza, como debiera, el credo machadiano.

Machado era, como decía Bergamín, “en su vida y en su obra, entera y verdaderamente, un hombre de fe”. Cierto, como confesó también su hermano José, que Machado vivió una religión personalista, no practicante, pero sí creía en un Dios esperanza, en un Dios comunión, en un Dios humano. 

Una "iluminación mística"

En un texto clásico y no suficientemente reconocido, Antonio Machado y el “sueño de Dios”, el hispanista Armand F. Baker se pregunta si la falta de fe que determinados autores atribuyen al poeta verdaderamente es de él, o si es una proyección de los mismos críticos. Porque también hay quienes creen lo contrario”.

Por ejemplo, su hermano José, Bergamín o el crítico José María González Ruiz, autor de otro ensayo ya perenne, La teología de Antonio Machado, entre otros muchos autores. O el propio Miguel de Unamuno, a quien Machado confesó en una carta: “Cuando reconozco que hay otro yo, que no soy yo mismo ni es obra mía, caigo en la cuenta de que Dios existe y de que debo creer en él como en un padre”.

Foto de César Sanz 
Machado, en Soria, en los campos de Castilla, en la enfermedad y muerte de Leonor, experimenta una “iluminación mística” cuyo exponente es ese poema LIX que simboliza también su encuentro con el Dios soñado: “Anoche cuando dormía / soñé, ¡bendita ilusión!, / que era Dios lo que tenía / dentro de mi corazón”. Ese misticismo no es circunstancial, está, como señala Baker, presente en el amor idealizado, incluso el poeta emplea un bello verso de Campos de Castilla para justificarse: “Dante y yo, perdón señores, / trocamos, perdón Lucia, / el amor en Teología”, que enlaza con Santa Teresa, con San Juan de la Cruz, poetas de cabecera de Machado.

Habita en Machado, por tanto, un “hondo sentido religioso”, que cohabita con períodos de descrédito de la fe, pero nunca deja de buscar a un ansiado Dios. Miriam Hoffmann de Gabor, en otro texto referencial, El Dios de Antonio Machado, lo expone claramente: “Si la primera actitud de Machado fue la de un subjetivismo idealista, le vemos luego aspirando siempre a la fraternidad y a la comunión como medio de encontrar a Dios y de realizar el ideal cristiano, la filosofía cristiana del porvenir. La pasión del hombre es entonces la pasión de Dios”. [...]

En el nº 2.808 de Vida Nueva. Dios en los campos de Castilla, texto íntegro solo para suscriptores