viernes, 6 de julio de 2012

Góngora, estrella inextinguible… y sacra


Una exposición en la Biblioteca Nacional culmina el 450 aniversario de su nacimiento, cada vez más reivindicado también como poeta religioso.

La exposición Góngora: la estrella inextinguible. Magnitud estética y universo contemporáneo, organizada por la Acción Cultural Española (AC/E), recorre en la Biblioteca Nacional más de cuatro siglos de influencia del universo gongorino en la literatura universal a través de dos centenares de piezas entre cuadros, manuscritos, grabados, dibujos, cartas, esculturas, instrumentos musicales, tapices, partituras, carteles, libros, y revistas.

Un cierre único a la conmemoración del 450 aniversario del nacimiento del poeta en 1561 en Córdoba. De ahí, la participación también del Ayuntamiento y la Universidad de Córdoba en la muestra. Su comisario es Joaquín Roses, profesor de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Córdoba. “Góngora es –resume– el poeta de la variedad inagotable, cuyo mensaje trasciende siglos y territorios”. 

En un magnífico retrato de Góngora que Velázquez pintó en 1622, y que se puede ver en esta exposición, se contempla a un don Luis reflejado en tonos sombríos, responsable en parte de esa imagen hosca y malhumorada que aún se sigue dando del poeta.

Retrato de Velázquez
Joaquín Roses no está de acuerdo, y es el primer objetivo de la muestra: desmentir esa imagen circunspecta del poeta como lo desdice su poesía: “Ese hombre tenía mucho del vitalismo renacentista, del puro placer estético y musical del verso. Su opción es mucho más atrevida que la de otros poetas del siglo XVII. Y en pleno siglo XX sus escritos sobresaldrían notablemente, aunque no sé si su poesía sería atendida convenientemente en una sociedad como la actual, más propicia a la banalización y a la facilidad alienante”. 

Una producción religiosa relevante



La exposición, abierta hasta el 19 de agosto, recorre la poesía de Góngora y su innegable influencia, en cuatro bloques: “En orbe de oro luminosa estrella: vida y contextos”, “El triunfo de Góngora en el siglo XVII”, “Motivos cotidianos, poemas estelares, mitos inagotables: sugerencias de la forma, la línea y el color” y “La galaxia de Góngora en el siglo XX”, cuando la admiración por Góngora da lugar a Generación del 27 en el III Centenario de su muerte.

 “Fue un poeta muy imitado en el siglo XVII, sí –explica Roses–. Pero en el XVIII y el XIX cambia el gusto poético, los conceptos sobre lo que es la poesía. Se sigue leyendo al Góngora aparentemente fácil, el de los romances, el de la poesía jocosa y popular, el de las letrillas, pero cae un velo sobre la obra central, nuclear, de su trayectoria lírica, que es las Soledades, poema extenso del que podría decirse que es el más original de toda la poesía europea del siglo XVII. Posteriormente, en el XX, se habla de que la Generación del 27 recupera a Góngora, pero, mucho antes, desde Francia, los estudiosos y los críticos ya trabajaron en la revaloración del poeta.

Un visitante en la exposición de la Biblioteca Nacional

En el año 1900 se presentaron tres manuscritos allí, el Chacón, el Estrada y el Iriarte”. Otro velo de silencio que ha caído sobre la poesía gongorina queda, no obstante, de manifiesto también en esta muestra: su propio testimonio de hombre de fe. Góngora tuvo, y es irremediablemente cierto, una minoritaria producción de poesía religiosa, pero eso no significa que sea irrelevante. Ni mucho menos. Góngora fusiona las tradiciones bíblicas, devotas y populares que ha heredado y las ajusta a su propia visión poética. Como no podía ser menos de un hombre de la Iglesia. 

“No era un sacerdote desde el principio –explica Roses–, era diácono, racionero de la Catedral de Córdoba, tenía órdenes menores. Eso sí, cuando se trasladó a Madrid, en 1617, antes de convertirse en capellán de honor del Rey Felipe III, ya tomó ordenes mayores, accede al presbiterado”. [...]

En el nº 2.805 de Vida Nueva. Góngora, estrella inextinguible… y sacra, íntegro solo para suscriptores