Vista de la sala 2 de la exposición "Vox Clamantis" en el Museo de Chiclana. Foto: Félix Alonso del Real |
JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | DIARIO DE CÁDIZ
Hoy cierra al público en el Museo de Chiclana
la exposición “Vox Clamantis. Arte e historia en la Iglesia de San Juan
Bautista. 1814-2014”, acto nuclear de la conmemoración del II Centenario del
templo erigido por los arquitectos Torcuato Cayón y Torcuato Benjumeda. La
muestra, inaugurada el 6 de noviembre, ha culminado el aumento en un 30 por
ciento del número de visitantes del museo de la Casa Briones, que a lo largo de
2014 han sumado 10.350 visitantes. Más de 1.700 de ellos han acudido a ver esta
exposición, de la que el Ayuntamiento de Chiclana, junto con la complicidad de
las empresas locales –Hierros Montalbán y Sánchez, Transportes Belizón y
Rodríguez y Clínica Novo Sancti Petri– han permitido publicar un catálogo de 48
páginas que ahonda en las razones de una conmemoración que, ante todo, ha
querido ser, como afirma en el mismo el padre Francisco José Aragón Calderón,
“un monumento espiritual”. Con textos, además, del alcalde, Ernesto Marín; el
catedrático de Historia del Arte Teodoro Falcón Márquez; el investigador Jesús
Romero Montalbán –comisario del II Centenario–; la restauradora Carmen Arias
Guerrero, y el que suscribe, pienso que, modestamente, el catálogo queda como
un imprescindible testimonio para que, ahora que toca la despedida de la
exposición, permanezca como una publicación que nos permita “reflexionar sobre la
Iglesia Mayor desde diferentes ópticas: como monumento artístico, como lugar de
culto religioso y como ejemplo de obra colectiva y participativa”, que escribe
Carmen Arias.
Las
fotografías de Félix Alonso del Real ilustran, además, las más de 75 piezas con
las que ha contado la muestra, que ha sido posible gracias a la confluencia de
un amplísimo número de instituciones, comenzando por el propio Ayuntamiento, la
empresa municipal Emsisa –que gestiona el Museo de Chiclana–, la propia
parroquia de San Juan Bautista o el Obispado de Cádiz y Ceuta, amén de una
notable participación de chiclaneros –treinta, redondeando la cifra– sin los
que hubiera sido imposible y cuya relación desafortunadamente no cabe en esta
ventana de opinión, aunque sí debo nombrar a Pedro Torres, de Modas África, y a
Rafael Morales, de Modas Morvel. Y a otros muchos que, incluso en la relación
de participantes del catálogo, no aparecen tampoco porque han querido
permanecer anónimos. Casi todos son coleccionistas de “amor y pasión por Chiclana”,
sin los que en muchos casos no tendríamos al alcance de la mano obras de arte
fundamentales para entender la ciudad y nuestra historia, como ha sido tener el
privilegio de exponer el magnífico paisaje romántico de Franz Xavier Riedmayer,
pintado en 1806, “El conde de Maule y Antonio Pizano ante un paisaje de
Chiclana”. Todas estas instituciones, todos estos chiclaneros, merecen –y así
debe ser consignado– laureles y rosas con el adiós de la muestra del Museo de
Chiclana.
Portada del catálogo de "Vox Clamantis". |
La exposición
–y el catálogo como testigo– ha sido una aventura singular para construir, ante
todo, un debido homenaje a todos esos otros chiclaneros, del clero y de la
ciudadanía, así como a muchos gaditanos, hombres del comercio, la arquitectura
y la Iglesia, que desde 1874 soñaron con un gran templo que, a la vez que una
gran ofrenda a Dios, fuera símbolo del poder económico de una Chiclana que
vivió en primera línea el comercio de Indias y el gran desarrollo burgués de la
segunda mitad del siglo XVIII. Los “Torcuatos” Cayón y Benjumeda, con su
poderosa concepción de una arquitectura neoclásica de cambio y transformación, pero
también Manuel Espinosa, “cantero, profesor de arquitectura y aparejador”, y
Pedro Ovando, “maestro albañil de la Villa”. O a Nicolás de la Cruz Bahamonde, Conde
de Maule, o Antonio Pizano, a los que nunca el pueblo de Chiclana podrá
agradecer suficientemente que, tras el desastre de la invasión francesa, se
propusieran, con su propio dinero por delante, que la hermosa iglesia se
inaugurara por fin hace doscientos años. “Entre todos ellos –dice Romero
Montalbán en el magnífico texto que firma en el catálogo– nos legaron este
providencial templo neoclásico que contemplamos como el más monumental de los
edificios de nuestra ciudad, testigo en sí mismo de los avatares de toda
nuestra historia contemporánea”. Así lo dice también el alcalde: “Todos estamos
obligados a difundir el entrañable y valioso legado cultural e histórico
vinculado con la Iglesia Mayor. Conocerlo es, sin duda, conocer mejor nuestra
ciudad y quienes somos hoy. Esta iglesia de la que presumimos los chiclaneros
es uno de los más bellos ejemplos de la rica arquitectura neoclásica gaditana,
de nuestro pasado y de nuestra capacidad de emprendimiento”.
“Vox
Clamantis” ha llegado a su fin, pero, afortunadamente, con el catálogo en mano
y a disposición de los chiclaneros en el Museo de Chiclana, no la olvidaremos.
El II Centenario de la Iglesia Mayor tiene aún seis meses por delante, pero
ahora prosigue, al menos, con la certeza de que, como San Juan Bautista,
homenajes y conmemoraciones no se diluyen en la inmensidad del desierto, que se
oyen y se aprecian. Aunque, más allá de la fe, con la bandera de la cultura y
la historia, nunca tenemos que dejar, como San Juan Bautista, de predicar en el desierto. Siempre hay
alguien que escucha.
http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/1936969/una/travesia/espiritual.html