Después de La sombra del viento, nada es igual ante Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964). Ni para sus lectores, sus millones de lectores, que siguen buscando en el autor barcelonés afincado en Los Ángeles de nuevo la sorpresa, la emoción, el contagioso placer de aquella novela que marcó una época en la última literatura española.
Con El juego del ángel, Zafón quiso darle continuidad a su éxito refundiendo la Barcelona gótica del cementerio de los libros olvidados con su otro mundo literario: el de las cuatro novelas juveniles que había escrito antes, sobre todo con El príncipe de la niebla. Es decir, con los fantasmas, con demonios cobradores de almas, neblinas, seres enfermizos de piel traslúcida que viven en mansiones antiguas en ruinas y sin electricidad.
Ahora, con El prisionero del cielo insiste en este escenario de oscuridad, retoma parte de la trama de El juego del ángel y rebusca otra vez entre la memoria de La sombra del viento, aunque ya sin ese inocente encantamiento de Daniel Sempere.
Carlos Ruiz Zafón: El prisionero del cielo (Planeta), Barcelona, noviembre de 2011, 379 páginas, 16 €
En el nº 2.779 de Vida Nueva