El autor norteamericano estará a finales de abril en España para promocionar su último libro. |
La novela autobiográfica es todo un género en Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947), que ya había regalado a su legión de seguidores La invención de la soledad y A salto de mata; ahora, prosigue con Diario de invierno ese proceso que él mismo describe como “fenomenología de la respiración”, o sea, “indagar lo que ha sido vivir en el interior de este cuerpo desde el primer día que recuerdas estar vivo hasta hoy”.
Un “catálogo de datos sensoriales” que Auster rescata de su memoria en tercera persona, interrogándose como un personaje más de su mundo literario, con la vida y muerte de su madre en el eje de la narración. Pero como siempre ocurre con Auster anécdotas, vivencias, recuerdos –sus protestas contra Vietnam, su accidente de coche, su primera mujer, huracanes, cicatrices, encuentros, la vejez– se van amontonando con una asombrosa velocidad para, al final, acabar por abrumarnos. Pero en ese viaje camino hemos reencontrado de nuevo al gran narrador, al gran escritor de Brooklyn.
P. D. Uno que tiene la manía –o la obsesión, de leer al novelista norteamericano sin demora y sea lo que sea lo que publique– no sabe cómo festejar que, tras el regreso a la gran novela que fue Sunset Park, la resurrección de Auster. Lo digo porque si lamenté (públicamente, por supuesto, en éste y otros blogs y foros) su decadencia tras Viajes por el Scriptorium, Un hombre en la oscuridad e Invisible: tres ejemplos consecutivos de lo que nunca debe de atreverse a publicar un novelista consolidado por respeto a sus lectores); del mismo modo, hay que celebrar la vuelta de un escritor único y fantástico.
En el nº 2.786 de Vida Nueva
En el nº 2.786 de Vida Nueva
Paul Auster: Libro de invierno (Anagrama), Barcelona, Enero de 2012, 248 páginas. Trad. Benito Gómez Ibáñez, 18,90 € (en papel) y 14,90 € (e-book)