viernes, 31 de agosto de 2012

Arroyo y su “pastiche” del Cordero Místico de Gante



El pintor expone en el Prado su versión en grafito y papel vegetal de la gran obra de los hermanos Van Eyck 

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ 

Era la tercera vez que Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) visitaba en la catedral de San Bavón, en Gante, la obra maestra de los hermanos Hubert y Jan van Eyck, El retablo de la adoración del Cordero Místico, pintado entre 1426 y 1432. Y uno de los iconos del arte sacro gótico, del arte occidental sin más. “Fui a una boda –explica–. Lo había visto antes un par de veces, pero no me dijo apenas nada. Esta vez sí me produjo una enorme curiosidad. Me intrigó, me obsesionó y me acerqué a él con intensidad y con cierta violencia. Lo he mirado de forma distinta y me ha aportado mucho”.

Arroyo, justamente, había acabado de pintar 91 y 97 láminas para ilustrar respectivamente los dos volúmenes de la Biblia del Oso, de la edición con la que Galaxia-Gutenberg conmemoraba el 450 aniversario de la traducción de Casiodoro de la Reina desde el hebreo y el griego del Pentateuco: Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio. Es decir, la creación del mundo, la expulsión del hombre del paraíso y el peregrinar del pueblo de Israel hasta alcanzar la tierra prometida. 

políptico Cordero Místico de Eduardo Arroyo
La recreación de Arroyo expuesta en el Prado
“Es verdad que mi ateísmo había hecho, por ejemplo, que no hubiera acercado a la Biblia antes. Y fue un gran error por mi parte. Lo confieso. Leer la Biblia me dio, ante todo, conocimiento. Admito que tenía con ella una laguna seria y la pude rellenar. Cuando nos acercamos a cosas que no conocemos, a un cuadro, a un libro, lo que estamos haciendo es aprehendiendo. Eso es, supongo, el conocimiento, el baúl o el bagaje con el que vivimos. Me impactó mucho, ante todo, su literatura magnífica, llena de poesía y de gran modernidad, sobre todo en la manera de abordar los temas que toca, como ya he dicho, que son de una gran actualidad”. 

Esa experiencia continúo con su reinterpretación del llamado “políptico” de Gante. El retablo plegable, de 24 lienzos al oleo, con el que Hubert van Eyck –y que a su muerte finalizó Jan– escenificó la salvación del hombre a partir del Apocalipsis de San Juan (7.9) –“una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda nación, tribu y pueblo y lengua, estaban delante del trono y del Cordero”– y, sobre todo, mostró su visión del mundo. 

Obsesión

José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas del Museo Nacional del Prado, explica la genialidad de la obra de los Van Eyck. “Su perfección pictórica, si es que podemos aplicar este sustantivo, radica en el indudable dominio del pincel y del óleo para representar, con extraordinaria precisión, los protagonistas y los símbolos de una religión que era consciente del valor de las obras de arte como medio para difundir sus principios.

Mirar estas tablas implicaba ‘leer y comprender’ un discurso de marcado carácter simbólico, cuyos paneles conformaban un sistema ordenado y jerárquico, en el que cada figura o grupo de figuras ocupaban un espacio determinado que solo adquiría significación al verse en conjunto.

políptico Cordero Místico de la catedral de Gante, de los hermanos Van Eyck
La obra original de los hermanos Van Eyck

La complejidad iconográfica del discurso requirió un número extraordinario de figuras tratadas de forma singularizada que debían ser identificables. Así por ejemplo, la tabla central del políptico, aquella en la que precisamente se representa la Adoración del Cordero Místico, incluye casi dos centenares de figuras y una enorme variedad de especies vegetales y elementos arquitectónicos que configuran el escenario, con una complejidad compositiva y un detalle nunca vistos hasta entonces”.

Para el propio Arroyo, semejante despliegue icónico supone, además, “el triunfo de la espiritualidad”. Por eso admite: “Cuando tocas problemas de índole espiritual, aunque tú no seas creyente, como es mi caso, no puedes quedarte indiferente. Al verlo en Gante comprendí que uno no puede permanecer pasivo y de ahí surgió la idea de hacer algo, sin saber muy bien adónde iba”. [...]

En el nº 2.812 de Vida Nueva. Arroyo y su "pastiche" del Cordero Místico de Gante, íntegro solo para suscriptores