Desde hace tiempo, desde aquella maravillosa En el nombre de la madre que celebra a la Virgen María, sigo con inusitado interés la obra de Erri de Luca (Nápoles, 1950). Una trayectoria que, siete novelas más tarde no deja de ser extraordinaria. Lo es en calidad, por supuesto. Y también por sorprendente.
En él habitan tres constantes literarias: la Biblia (que traduce directamente del hebreo como ejercicio literario y búsqueda personal), el Alpinismo y su propia biografía –incluido, su paso por la anarquista Lotta Continua–, que a veces se funde con la intrahistoria de Nápoles cuando el protagonismo es de su infancia misma.
Ésta última es la que le ocupa de nuevo en Los peces no cierran los ojos (Seix Barral), De Luca narra “cómo crece un ser humano”, como ese niño alcanza los diez años y se atreve a mirar el mundo con el Quijote en las manos, un padre ausente, cine neorrealista y las calles de Nápoles conduciendo a la vida. Detalles de una infancia, que el gran autor italiano refuerza con la ficción para, otra vez, erigir una novela entrañable y deslumbrante.
En cierto modo, un punto y seguido a El día de antes de la felicidad (Siruela). De nuevo, encontramos una magnífica de lo real y lo lírico, muy cercana a esos neorrealistas que perseguía de cine en cine en aquellos años napolitanos, y con quienes comparte una preocupación social. Y un dominio asombroso del ritmo, de la narración, a la que ayuda esa prosa elegante, de exacta adjetivación, que comparte con el lector emoción y, a la vez, la reflexión deseada.
No en vano, De Luca se ha convertido en un autor de cierto culto entre los lectores españoles. Lo merece, porque su particular personalidad –y, sobre todo, su visceral biografía– lo han convertido en un narrador distinto, único, de escritura sencilla, pero que siempre busca un ángulo poético para trascender la realidad.
Porque eso es, al fin y al cabo, la literatura de Erri de Luca: un intento de quitarnos el peso de la realidad de los hombros. Lo que le diferencia es que, en vez de trivialidad, apuesta por la intensidad y por lo distinto.
Porque sus historias son siempre parábolas que nos llegarán hondo sin darnos cuenta y confesiones del hombre ante su destino. Como aquel cazador furtivo y alpinista de El peso de la mariposa (Siruela) que con su mangnum 300 sube a dos mil metros de altura en busca de un rebeco, un ejemplar único que, de algún modo, sabe que le ha llegado la hora.
Erri de Luca: Los peces no cierran los ojos (Seix Barral), Barcelona, marzo de 2012, 128 páginas. Ediciones en papel (15,00 €) y en e-book (9,99 €).
Una versión reducida de esta reseña ha sido publicada en la revista Vida Nueva (nº 2.794).
Enlace con la página de Facebook de Seix Barral
Una de las entrevistas con él que más me han gustado, gracias a Miguel Mora.