Piedad recientemente atribuida a Goya durante su primera época |
Caixaforum y el Museo del Prado inauguran en Barcelona “Goya, luces y sombras”, un recorrido por su trayectoria que pasa de puntillas por la amplia obra religiosa de un pintor creyente que ha quedado oculto por la etiqueta de “anticlerical”
Goya llega a Barcelona. Una gran exposición de casi un centenar de obras que el Caixaforum expondrá, con la colaboración del Museo del Prado, para celebrar su décimo aniversario. Un viaje cronológico a las luces y sombras de Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), “el primer artista moderno”, que ya ha sido exhibida, en gran parte, por el Prado en Tokio.
La muestra busca, ante todo, trasladar una imagen contemporánea y completa de la obra de Goya, por eso muestra , sin excepciones, todas los temas, técnicas y etapas de su producción. La muestra, que se podrá ver hasta el 17 de mayo, está comisariada por los conservadores del Museo del Prado Manuela Mena, jefa de Pintura del siglo XVIII, y José Manuel Matilla, jefe del Departamento de Dibujos y Estampas.
Siguiendo el modelo expositivo de Tokio, en forma de secciones autónomas o pequeños relatos visuales, ambos comisarios analizan los principales temas desarrollados por el artista a lo largo de su carrera. Es aquí donde, en la extraordinaria riqueza temática de la obra de Goya, habría que detenerse a reivindicar el poso religioso de la obra del pintor aragonés.
San Juan Bautista niño en el desierto. |
Siendo cierto que “la política tiene más importancia en la obra de Goya que en cualquiera de sus contemporáneos” –como dejó dicho Nigel Glendinning en Arte, política y originalidad en la obra de Goya (2007)– y también que la esencia del pensamiento artístico, político y social de Goya está marcada por la ilustración, no es menos que Goya es un pintor de gran intensidad religiosa sobre el que se pasa –“Goya. Luces y sombras” así lo hace– muy de puntillas. Apenas tres óleos de esta temática se verán en Barcelona: Inmaculada Concepción (1783–1784), San Juan Bautista niño en el desierto (Hacia 1810) y Santa Justa y Santa Rufina (1817).
Cristiano en lo religioso y en lo cultural
Goya es, sin duda, cristiano en lo religioso y en lo cultural. El poderoso eco de series de grabados como Los caprichos han tergiversado la realidad goyesca. Su oposición al fanatismo religioso, a las supersticiones, a la inquisición o al papel de la jerarquía en los años siguientes a la invasión francesa no debe ocultar que Goya sea, simultáneamente, autor de una amplia obra religiosa.
“Lamentablemente, la pintura religiosa de Goya no empezó a estudiarse y apreciarse en su justo valor hasta mediados de la presente centuria, como la obra de un pintor de su tiempo, que reflejaba en ella las creencias religiosas de los españoles de la época y las suyas propias. Y es que fuera de España, e incluso dentro, todavía se sigue viendo al Goya pintor religioso con reservas, desde una perspectiva llena de tópicos y prejuicios inaceptables”, según el profesor de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza, Arturo Ansón Navarro, gran conocedor de la pintura española del siglo XVIII...
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