Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948) obtuvo en 1994 el Premio Nacional de Narrativa por El lenguaje de las fuentes. Aquella novela ponía en escena a la Virgen María y su esposo, José, quien relataba, desde un punto de vista insólito, su emoción ante el nacimiento de Jesús. Casi 20 años y otras tantas novelas después, consolidado como un referente en la literatura española contemporánea, Martín Garzo regresa a la Virgen María con Y que se duerma el mar (Lumen).
Son, sin embargo, novelas distintas en el tono y concepción, aunque comparten una meditada sabiduría narrativa que imagina y recrea lo que no se cuenta en los Evangelios. “El origen de esta novela está en El lenguaje de las fuentes –admite el novelista–. Porque, entonces, mi idea inicial era escribir esa historia desde el punto de vista de María, pero no dí con la forma de hacerlo. Porque me parecía que era un ser demasiado cargado de cosas y no supe muy bien desenvolverme. Y por eso lo conté con los ojos de José, que era un personaje que me daba más libertad. De alguna manera, y aunque le tengo mucho cariño, aquella fue una novela que me dejó insatisfecho”.
- ¿De aquella insatisfacción nace esta nueva obra?
- Creo que el personaje esencial, el que me fascina, que era el de María, se había quedado en un papel secundario en El lenguaje de las fuentes. Y no dejaba de pensar en ello, hasta que se me ocurrió que podía escribir un libro en el que, esta vez, narrara la infancia de María y en el que tuviera todo el protagonismo. Lo que contaría sería justo hasta que el personaje aparece en los Evangelios. En la medida que en ellos no se dice nada de la infancia de María, sentía que tenía una libertad enorme como narrador para inventarme un modo y recrear ese personaje. Era una historia que yo tenía pendiente.
- ¿La fascinación por la Virgen?
- En el fondo, María es un personaje que tiene mucho que ver con esta afición mía por los relatos maravillosos. Si lo pensamos bien, María podía ser perfectamente la protagonista de un cuento de hadas. Es decir, una muchacha de 14 años, casi una niña, que en un pueblo perdido recibe la visita de un extraño mensajero que le dice que va a ser la madre de un rey. Ese es el comienzo de un cuento de hadas. Claramente. Y por tanto es una criatura que participa de ese mundo de lo maravilloso, que a mí me parece que es un mundo esencial. Uno de los problemas graves de este tiempo es que hemos dado la espalda a este mundo.
Novela de temática católica
- En la historia reciente de la novela española no suelen darse este tipo de novelas de temática católica o fervorosa; sin embargo, usted no lo oculta…
- Sí, es verdad. Es algo que siempre me ha llamado la atención. Es curioso, por ejemplo, que entre los escritores judíos siempre está presente esa dimensión de su religión y de su cultura. Sin embargo, en el mundo católico es muy raro esto. No sé muy bien por qué. Quizás por ese papel que ha cumplido últimamente la Iglesia al lado siempre de lo más reaccionario… dejando un poco al lado sus verdaderos compromisos. Y eso puede que haya causado un cierto rechazo a la hora de acercarse a esos temas. Lo cual me parece, en cualquier caso, una pena, porque creo que esas historias de la fe hablan del hombre, de lo que somos, de lo que nos sucede y de tantas cosas esenciales. Y no tiene ningún sentido olvidarlas. Al menos, yo no las puedo olvidar, porque siento que toda mi vida gira alrededor de ellas...
En el nº 2.794 de Vida Nueva. Entrevista con Gustavo Martín Garzo, íntegra para suscriptores