lunes, 23 de abril de 2012

Una fiesta de la lectura



En contextos de crisis, la literatura nos da otro lugar, otro tiempo, otra lengua, una respiración. Es la apertura de un espacio que permite la ensoñación, el pensamiento, y que da origen a las experiencias. La literatura es necesaria, más que nunca. Y no sólo como evasión, sino como aprendizaje, como travesía, como conocimiento  o como placer.

¿Cuál es el libro que lee Hamlet  cuando entra en escena, en el segundo acto? A la pregunta de Polonio, contesta: “Palabras, palabras, palabras”,  evadiéndonos título o autor. Pero esas “palabras, palabras, palabras” consiguen en Hamlet lo mismo que en Don Quijote, consiguen “algo” en el lector, están cambiándonos, están descubriéndonos un nuevo horizonte, están mostrándonos un nuevo camino.

Al novelista Kiko Amat le gusta decir que “leer es saber que estás vivo cuando lo estabas olvidando”. Otro narrador, esta vez colombiano, Héctor Abad Facio-lince, afirma que “hay dos maneras de sentir con gran intensidad: viviendo y leyendo. Y esas dos experiencias, además, se retroalimentan: cuanto más se ha vivido, con más hondura se lee, cuanto más se lee, con más intensidad se vive”.

Por todo ello:  leer en cierto modo permite superar el demonio de lo inesperado, encontrar en la figura de la madre testimonios de superación, descubrir nuevas aventuras vitales, refugiarse en la fidelidad del amor, imaginar otra realidad que nos envuelva, examinar el grotesco mundo del dinero o comprender a la multitud desde la soledad.


Por ello celebramos este Día del Libro y del Derecho de Autor. Por ello, la Unesco nos invita a movilizarnos en torno al libro. “Rollo de papiro o códice, manuscrito, impreso o tableta digital, el libro ha cambiado cientos de veces de apariencia –afirma la directora general de la UNESCO, Irina Bokova para hoy–. Pero sea cual sea el medio empleado, el libro materializa las ideas y los valores que los hombres y mujeres consideran dignos de transmitirse. Es un valioso instrumento de intercambio del saber, de entendimiento mutuo y de apertura a los demás y al mundo”.

Es lo que dice su mensaje para un día como hoy. Para un día que surge como apoyo a quienes viven del libro y lo hacen vivir. Autores, libreros, editores, distribuidores… y lectores. Necesitamos lectores. Necesitamos libros. Para saber vivir en sociedades interculturales, mestizas y globales. Lo reivindicamos el día que murió Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso. Y permítanme que les cuente algo de él.

Hijo de un capitán extremeño que llegó al Perú con Francisco Pizarro y una nieta de Túpac Yupanqui, antepenúltimo emperador inca. Bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, en memoria de uno de sus abuelos, el Inca Garcilaso –al que el copia y pega, la ignorancia galopante, confunde continuamente con Garcilaso de la Vega– nació en el Cuzco el 12 de abril de 1539. Y murió el 1616 en Córdoba.

De él se dice que es el "primer mestizo biológico y espiritual de América". Es también el primer mestizo de nuestra literatura. Sus crónicas incas y renacentistas, sus Comentarios reales, aún se leen como ejemplo del primer novelista (historia ficción, al fin y al cabo) que “encarna la alteridad, lo diferente” y escribe desde ello.

Y eso es lo que nos da el libro, ayer y hoy. El testimonio. La imaginación. Los sueños. De todos aquellos “otros”, reales o ficticios, que hoy viven en nosotros. Para hacernos vivir más y mejor.

Muchas gracias

PD Texto leído en la inauguración de la Fiesta de la Lctura de la Librería Navarro y el Ateneo de Chiclana. Muchas gracias a ambos por la invitación a inaugurar esta Fiesta de la Lectura.