Ya está. Tomas Tranströmer es el Premio Nobel de Literatura. Por fin un poeta. Un gran poeta místico, profundo y secular. No hay otro modo de ser poeta, con Nobel o sin él. Ahora, a leerlo. Que es lo que necesita Tranströmer y todos los poetas. Siempre pensé que cómo en la era del blog y de Twitter no hagamos de sus versos un constante recuento de amor, de vida, de gozo, de furia, de pasión, de dolor, de reflexión... En fin, a leer a Tranströmer...
En la grandiosa iglesia romana los turistas se aprietan
en la penumbra.
Arco tras arco y sin panorámica.
Algunas llamas de cirios titilan.
Un ángel sin rostro me envuelve
Y me susurra a través de todo el cuerpo:
“No te avergüences de ser humano, ¡enorgullécete!
Dentro de ti se abren arco tras arco infinitamente
Nunca serás perfecto, y así es como debe ser.”
Me cegaron las lágrimas.
Y fui empujado a la plaza ardiente de sol
junto a Mr. y Mrs. Jones, Herr Tanaka y Signora Sabatini
Y dentro de todos ellos se abrieron también arco tras arco infinitamente.
(Del poemario "Para vivos y muertos", Hiperión, 1992. Traducción corregida).